—¿Podría explicarnos de qué se
trata su nuevo libro, El ateismo en casa y el trabajo? —El periodista
miraba, desde la protección de sus gruesos lentes, al resto del auditorio.
—El título lo
explica por sí mismo —respondió el autor con fastidio, cansado de tantas
entrevistas idénticas entre sí—. Mi libro anterior, El ateismo para
principiantes era una guía con la cual entender un poco mejor el mundo sin
religiones, sin sentirse abrumado por el vacío de dicha falta, aprovechando
mejor el tiempo. Mi nuevo libro es una guía de aplicación de los principios del
ateismo para volverlos una práctica común en los diferentes aspectos de la
vida, en la casa y el trabajo —intentó una sonrisa pero, era tanto el cansancio
que imposible saber si la misma había tenido lugar. El único que sonreía era,
por supuesto, el editor.
—¿No cree que
su trabajo podría despertar recelo en la población que continúa adepta a las
creencias religiosas? —preguntó otro de los periodistas que recibían las
preguntas pautadas de antemano.
—En el mundo
en que vivimos las religiones no tienen adeptos, tienen esclavos. Gente a la
que se la obliga a asistir a sus reuniones, a donar lo que no tienen, que le
imponen palabras vacías y pensamientos incoherentes con el vivir de hoy.
—¿Sabe que el
vaticano puso precio a su cabeza? —preguntó alguien más desde la multitud.
—Esa una actitud
típica de gente con miedo, como ocurrió con Salman Rushdie en el siglo pasado.
El problema es que esa secta teme desaparecer si el pueblo se olvida de su
existencia. Anhelan el poder que alguna vez supieron tener pero que en la
actualidad no poseen. Creer en algo sin fundamento en la vida diaria es perder
el tiempo, por eso prefiero, si voy a perder el tiempo, y de seguro mis
lectores piensan del mismo modo, hacerlo de otra forma.
—¿Qué resumen
haría de su trabajo? —. Volvió a leer una pregunta el periodista de los lentes.
—Estoy
haciéndole un bien al hombre quitándole un enorme peso de su conciencia. No hay
por qué pensar antes de actuar si lo que se está por hacer es bueno o malo.
Porque nadie hay que los juzgue más que los mismos hombres. No hay dios, es
solamente una palabra; no hay cielo, es sólo una ilusión. La biblia no es la
verdad, es un tratado sobre mitología antigua. Las religiones son perversiones
del pensamiento humano, una idea que perdió el rumbo.
—Usted pasó
más de veinte años estudiando en las bibliotecas babilónicas, ¿para qué le
sirvió todo ese estudio? —. Preguntó una vez más el periodista de los lentes.
—Para saber
que el sentimiento de inferioridad siempre acompañó al hombre, desde que nació
como tal, desde que con curiosidad miró su reflejo en el agua y contempló el
fuego del crepúsculo. Siempre tuvo el hombre una necesidad que aún hoy busca
satisfacer.
—¿Cuál?
—Sentirse
protegido, es imposible para un creyente de cualquier fe darse cuenta que en
realidad no hay nada más allá del hombre.
El editor, sentado
junto al escritor, tomó el micrófono.
—Es todo por
hoy. El autor debe descansar luego del arduo trabajo que demandó la escritura
final del trabajo que presentamos hoy—dijo—. Les agradecemos su presencia ésta
tarde.
Los
periodistas salieron de la sala llevándose las notas, fotos, grabaciones y sensaciones.
—¿Qué te
pareció la rueda de prensa? —preguntó el editor.
—Ni con
periodistas comprados puede hacerse algo decente —dijo el autor—. Son tan
inútiles como el resto de los de su casta.
El escritor
salió del edificio, subió a su auto de vidrios polarizados, semiescondido en la
oscuridad del interior cambió la máscara que cubría su rostro quitándose la de
escritor y colocando, en su lugar, la de conductor, encendió el auto y se alejó
en silencio.
9 comentarios:
Algunos pensaran que ojala que las cosas fueran tan fáciles como cambiar la máscara tan rápido como cambiamos de ropa...
Suerte
J.
Metaforicamente, me parece que es algo que se hace el cambiarse de máscara.
Lo de que no son adeptos, sino esclavos, me parece verosimil.
Nietzsche y yo damos nuestras bendiciones a esta entrada.
Qué bien escrito. Un abrazo.
Tengo, ya no sé ni cuantos cientos de años tratando de quitarme la religión de los costados y hombros y siempre me taladra la voz de mi madre diciendo, esto es pecado, esto otro también, eres mala si no crees que hay un dios que todo lo ve y todo lo puede, no creer te lleva al infierno.
Creo que más infierno que el que se vive en el mundo es sencillamente imposible.
Quise vivir sin máscaras, José, pero me di cuenta que sin darme cuenta, siempre tenemos una de reserva.
Un beso
tan mentiroso el escritor, como lo que criticaba, aunque creo que TODOS los seres humanos llevamos mascaras.
Es decir; somos mentirosos.
Buena semana.
Resulta igual de difícil probar la existencia de Dios como su inexistencia.
Pero la lógica claramente indica que un Dios jamás necesitaría ni religiones, ni la intervención del hombre.
Es más evidente que Dios se ha dejado ver en la historia como una energía que permite libertad a toda la creación de autodefinirse, pero no como el ser antropomorfizado que usan para manipular a los ingénuos.
Por todas partes la plaga de los periodistas...
Me impresionó la frase
"Mas allá del del hombre...solo el hombre"
El hombre siempre lleva una máscara...aún consigo mismo
Muy buen escrito
Me gustó
Abrazos
Demiurgo: ¿Quién habló de metáforas en éste casa?
Sgt. Pepper: Gracias por sus bendiciones, sean bien recompensadas. No sé cómo, pero lo serán.
Ame: Yo la tengo que explicar en mis clases de historias, por lo que en parte logro cosificarla y hacer que la vean como algo sumamente extraño y ajeno a la realidad actual. Por suerte a veces me sale bien.
María Rosa: Todos lo somos, cierto, de una forma u otra. Eso es innegable.
Carlos de la Parra: Es un razonamiento interesante; en mi caso creo que cada uno debe de encontrar su propio dios, pero no en el sentido de la fe, sino en el sentido de una meta que pretende alcanzar en algún momento de su vida y tenerlo como un objetivo permanente (sin necesariamente tener que convencer a nadie de nada), de otro modo dedica su vida a la nada.
Darío: Son peor que las cucarachas, con perdón, claro, de las mismas cucarachas.
Gla: Hoy por hoy nadie sabe quién es, si siquiera en la soledad de la autocomprensión, no asusta saberlo. Pero tememos más que otro lo sepa por nosotros.
Gracias por sus visitas, espero poder visitarlos a la brevedad.
Saludos y Suerte
J.
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