Sorpresas de sorpresas. El tren llegó a horario
esa tarde en la que el sol golpeaba con fuerza. Ansiaba que, por alguna
misteriosa razón, la formación nunca llegara y evitar, de ese modo, el
deprimente espectáculo de los invernaderos arruinados. Cerrar los ojos ante el
desierto que avanzaba más y más mientras los vidrios se transmutaban en arena,
no los hacía desaparecer realmente.
Pero
no, el maldito tren llegó. Con muy pocas personas a bordo. Los últimos
pasajeros de aquella región que huían hacia la costa, hacia los mares, hacia la
promesa de tierras fértiles y campos de labor. En ese mítico del otro lado del
río del que sólo habíamos escuchado hablar en las canciones infantiles, y en
las oscuras leyendas del tiempo antes de nuestra llegada.
Los
barcos partían y ya no regresaban. Por eso se pensaba que la tierra de
promisión eran tan hermosa que nadie quería volver, ni siquiera a traernos
noticias de su segura existencia. Seremos seres egoístas hasta el final.
Cerré
los ojos mientras el tren atravesaba los que fueran los campos más fructíferos
del país; no quería verlos y, aún así, una lágrima solitaria escapo de mi único
ojo sano. Luego, creo, me dormí en un sopor impuesto por el calor y el metal recalentado
de la formación, sin saber realmente lo que hacía.
Era
mi oportunidad de despedirme de aquella tierra, de tanta muerte, tanta vida
perdida. Preferí no hacerlo. Allí ya nada quedaba de lo que supo significar
para mí en mi propio pasado.
Cerré
los ojos para no ver, a nada ni a nadie. Para no verme en el sucio reflejo del
vidrio roto de la ventana.
4 comentarios:
725 textos y una etiqueta nueva...
Nada más.
Gracias por sus lecturas y comentarios.
Saludos y Suerte
J.
Que logrado clima de melancolía.
¿Cómo no comentar a alguien que escribe tan bien y además es un demiurgo?
Gracias por el elogio, pero tampoco para tanto. Es cuestión de esfuerzo y constancia, creo.
Nadie nace sabiendo escribir.
Suerte
J.
si llegase a la tierra prometida, en caso de que exista, o al Valhalla dificilmente les diga a los demás sobre como me la estoy pasando. No es por ser mezquino, es que no quiero romperles la ilusión y no quiere (mucho menos) que vayan.
Publicar un comentario