Lo inesperado posee esa maldita costumbre de
cumplir, a toda costa, con lo que su nombre indica aconteciendo cuando menos se
lo espera. Así como también de la forma menos pensada. Claro que, de no ser
así, nadie utilizaría dicho concepto para expresar la general sorpresa que nos
asalta al encontrarnos ante una situación semejante.
Baste
para comprender, pues, mi predicamento, el hecho de encontrar en aquel sitio
una bifurcación en el sendero que recorría y que en ningún mapa, ni en ninguno
de mis recuerdos, figuraba. Algo que, para mi sorpresa, generó más desazón que
otra cosa. Allí fracasaba mi aventura, mi intento por recuperar los recuerdos
vividos, de los días transcurridos en aquel sitio.
Si
el sendero se bifurcaba donde yo no recordaba que lo hacía, mis recuerdos bien
podrían ser tan confusos como los ripios que pateaba al avanzar y que dibujaban
extrañas trayectorias en su búsqueda de un nuevo sitio tranquilo sobre el cual
asentarse. Todo era un fracaso, mi intento, mi aventura, este texto, mi alocado
deseo por recuperar lo que sabía que, si alguna vez me perteneció, ya no lo
hacía.
Doblé
el mapa que dibujara en un trozo de pañuelo descartable y lo aparté de mi
vista. Miré hacia un lado, hacia el camino que mi intuición me decía que debía ser
el que me conduciría a mi destino. Luego miré el otro camino, tan similar, tan
idéntico al anterior como una memoria que nosotros mismos inventamos y nos
esforzamos en creer. En nada se distinguían uno del otro.
En
nada.
Como
sabía que realmente nada cambiaría si lograba la más mínima parte de cuanto me
proponía.
En
el cielo, las nubes danzaban en silencio; el tambor que atronaba en mis oídos
sólo tenía lugar en mi interior.
Respiré
hondo, aguardando poder tomar una decisión, sólo una, que marcara el rumbo de
mis pasos.
Sólo
una.
6 comentarios:
Dudo, por otra parte, que sea demasiado pedir...
Saludos
J.
¿Cuál será el camino?
Siempre cuesta encontrarlo. No hay recuerdos en tu memoria, pero sí, hay un mapa en un pañuelo de papel, pero lo apartaste de tu mirada. Entonces lo único que te queda es una moneda, cara o seca y los ángeles te ayuden.
Buena semana.
De cualquier lado viene el zapallazo que nos desconcierta... UN abrazo.
Todo un tema el decidir.
A veces me ha costado decidir entre dos películas a alquilar, cuando todavía existían los videoclubs.
Nada,
conforme se avanza en edad, parece que los laberintos se cruzan en el lugar menos pensado, los recuerdos ya no son lo mismo cuando los buscamos.
Vaya, me acople bastante con este tono.
Saludos.
¿Por qué será que tenemos este empeño de querer contestar ciertas preguntas volviendo sobre nuestros pasos?
Abrazos.
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