domingo, 7 de diciembre de 2014

Que la primavera no llegue

El mundo gira. Eso cualquiera lo sabe, por más ignorante que sea. El sol asciende y desciende, el calendario se agota, el año muere. La vida envejece, el clima se transforma, el mundo muere y resurge como lo hiciera durante milenios el venerable Balder, hasta que ya no quiso regresar. Pero, a pesar de que su puesto continúa bacante, nadie parece interesado en ocuparse de la que fuera su tarea.
            Porque nadie quiere que la primavera llegue.
            Ese es el problema, el tiempo nunca deja de correr, y la vida pasa como un río de aguas infinitas pero limitadas. Aguas que llevan una única dirección, siempre la misma, siempre corriente abajo, nunca hacia arriba, nunca de regreso. La vida es incapaz de cumplir tal designio.
            El cuerpo pierde su vigor, el valor flaquea, la estocada se torna incierta. Nadie quiere que llegue la primavera porque las nuevas flores, los nuevos aromas, los animales ignorantes de su devenir multiplicándose, señalan nuestra decadencia, y el final se ha acercado un poco más. Añoramos que el invierno sea eterno si con él la vida ha de mantenerse por siempre igual.
            Mejor olvidarnos del sacrificio de Balder antes que continuar hablando de él.
            Mejor que el tiempo deje de transcurrir y que los cachorros continúen con sus juegos. Que las doncellas sonrían tímidamente a los escuderos de los guerreros llegados de lejos y que pueden, con el ardor de sus almas, defenderlas por y para siempre. Pero que el mundo no cambie.
            Que la primavera no llegue, que la vida no se disfrace ya de muerte ni olvido.
            Que el invierno sea eterno para no conocer, jamás, el sabor del hierro en la carne, la traición en la sangre, el odio en la mirada, ni el amor perdido con el parto.
            Que la primavera no llegue.
            Que no lo haga.
        Nunca.


8 comentarios:

José A. García dijo...

Pero, el tiempo, irremediablemente, pasa...

Saludos

J.

la MaLquEridA dijo...

Que no llegue, no me gusta la primavera ni el verano, quiza el otoño. se esta muy bien en invierno.

Saludos

Ame dijo...

¿Cómo congelar el tiempo?, quizás solo manteniendo los recuerdos de momentos especiales
Un beso JOSÉ, es precioso, ha sido un placer la lectura

Martha Barnes dijo...

A Aunque no te guste ,tendrás infinitas primaveras, y las demás estaciones,, Sacá el mejor partido de cada una de ellas Un beso Martha

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Creo que los nordicos no habrían estado de acuerdo, pensando el frío como lo peor. Aunque sin duda puedo se refutado por un demiurgo profesor de historia.
El hecho que el invierno no revela menos el paso del tiempo que el verano.

Saludos.

mariarosa dijo...


Por más que nos quejemos... el tiempo y las estaciones pasan. Detrás de cada primavera, llega el verano y así sucesivamente hasta agotar nuestros años.
¿Será el fin de años que nos pone a todos un poco melancólicos?

No se.

mariarosa

taty dijo...

"Que la primavera no llegue, que la vida no se disfrace ya de muerte ni olvido.

Que el invierno sea eterno para no conocer, jamás, el sabor del hierro en la carne, la traición en la sangre, el odio en la mirada, ni el amor perdido en el parto.

Que la primavera no llegue.

Que no lo haga nunca"

Hablemos de Poesía.

Abrazos.

José A. García dijo...

Gracias por las visitas y comentarios.

Taty, hace mucho que dejé de dedicarme a la poesía, como notarás en mis escritos...

Suerte

J.