Somos patéticos, somos legión. Estamos sin
estar, ni ser, en todas partes, en cada rincón, a cada momento. Sin que nadie
se percate. El paradigma no cambió, se arruinó por sí solo y a nadie preocupó.
El mundo continúa mientras permanecemos sin cambios.
Desagradables
a la vista, sin voz ni voto ni dónde botar lo malo. Sin un lugar, sin ser, con
un sistema opresivo que se reproduce sin más, sólo porque sí, porque nadie lo
cuestiona. Porque a nadie le importa la verdad, ni la mentira, ni el suelo ni
la realidad.
Arruinados
siquiera antes de intentarlo, desahuciados por cada uno de los que nunca han
estado allí. Educados en los noventa, miramos a los demás crecer y a nosotros
desaparecer. Sin sentimientos, sin espacios, sin herramientas. Ignorantes por
aburrimiento, porque es lo único que aprendimos a ser. Repitiendo a los nuevos
clásicos del siglo XX, por imposición y no por elección.
Somos
la generación vencida.
Derrotados
sin dar batalla.
Entregados
porque nunca hubo una guerra.
Carentes
de referentes o misterio.
Aniquilados
para que continuemos produciendo.
Sin
ideas.
Sin
ideales.
Sin
siquiera intentarlo.
Guiados
por las publicidades.
Y
el cine yanqui, con su ropa y sus canciones.
Con
el deseo de ser alguien, alguien diferente.
Cualquiera,
el que sea, menos nosotros mismos; porque carecemos de todos los contactos
necesarios para ser algo (o alguien).
Consumidores
porque otra cosa no sabemos hacer.
Compramos
la publicidad.
Nos
tragamos el discurso y el empaque de lo bellos colores. Creemos que
participamos, que somos importantes y que alguien nos escucha porque la ficción
del estado nos permite expresarnos cada dos o tres años. A nadie importamos.
Hoy vivimos, y si mañana no lo hacemos, nadie se percatará.
La
generación vencida. La que se entrega sin lucha, sin llorar ni patalear.
Porque
todo es más fácil de ese modo.
Porque
la televisión nos dice que así debemos comportarnos.
7 comentarios:
Esta vez sin imágenes ilustrativas ni cosas parecidas.
A veces pasa.
Saludos a los que siguen por ahí.
J.
Aparentemente todo lo que escribiste ,es verdad,,,,pero si fuera eso solo la vida ,sería ridícula y sin sentido,Porqué no pensamos que detrás de todo esto existe alguna razón que no entendemos ,Un beso Martha
Pertenecer a una generación no es excusa.
Es un texto sin duda muy duro.
Al menos en Latinoamérica tenemos la extraña esperanza de escaparnos al afán de copiar una cultura que no nos pertenece. Me ha tomado años de distancia abrir los ojos a esto, y pienso que no es sino la punta del iceberg, como quien dice. Los de allá tienen el problema más grave aún de creerse libres.
A fin de cuentas, toditos estamos fritos, sólo que unos van con los bolsillos más llenos que otros.
Habría que hacer como el sapo de Girondo y esconderse en una cueva.
Saludos.
Todo el texto me recordó a los "heróicos" muchachones de Anonimus y su mantra.
Por cierto ¿Han hecho alguna de sus travesuras? Dijeorn que harían algo en Venezuela y se quedó en eso; aunque hubo alguien que comprometió la seguridad de la cuenta twitter del partido de gobierno
Gracias por sus comentarios.
Claro, Demiurgo, no es escusa, pero a veces lo parece.
Martha, el sentido a la vida se lo otorga cada uno, no viene dicho por nada ni por nadie.
Thor: No sé qué habrá pasado en Venezuela, peor hay mucho en Argentina que lo creen del mismo modo.
Taty:¿Cuándo se dijo que pudiéramos desarrollar nuestra propia cultura si es más fácil trasplantar lo que ya hicieron otros? Es la ley del mínimo esfuerzo.
Saludos
J.
Yo por eso no tengo TV hace seis años.
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