Supongo que, en algún momento entre el momento
en que miré por última vez la hora en mi reloj y éste mismo momento, el reloj
dejó de funcionar. Claro que no me percaté de ello en el momento en que
ocurrió, porque no lo estaba mirando cuando sucedió. Pero así fue, ya que en
éste momento, como dije, ignoro la hora y por más que mire el reloj de un
momento a otro, éste no avanza.
Pero
este es un problema secundario teniendo en cuenta que cuando miré por última
vez, el reloj me anunció que me acercaba peligrosamente a la hora en que debía
de encontrarme en otro sitio para cumplir otras de mis funciones (anunciar la
hora, como ustedes ya saben), y que yo seguía allí, en el mismo sitio, en la
estación del tren, esperando, aguardando, aguantando, mirando, orinando, contemplando
el andén, y todos los verbos terminados en ando
mientras, por supuesto, del tren que debía de haber pasado hace tres días, ni
la más mínima noticia. Ni siquiera una estela de humo de la locomotora, ni un
pitido, ni una vibración, ni un mísero mensaje de texto. Nada.
La
confusión aumentó, de ser posible, al percatarme, entre otras muy variadas cosas,
que la higiene en ese lugar no era muy buena; que las ventanas y las puertas
del edificio estaban tapiadas y que una familia de zarigüeyas habitaba en el
que supo ser el servicios de caballeros.
Debía
de haberme percatado que algo extraño sucedía con el sólo hecho de ver cómo el
pequeño retoño de abedul crecía en medio de las vías, desgarrando el firme
camino de esas dos gotas de civilización. Sí, lo sé, debería de haberme dado
cuenta antes de todo esto, mucho antes de pasarme tanto tiempo esperando un
tren que nunca llegaría y del cual el reloj estáticamente muerto era, apenas,
una más de sus señales.
Entenderán
ustedes que no me resulta para nada sencillo asociar más de dos o tres ideas,
dos o tres hechos, estando tan muerto que ni siquiera soy capaz de recordar mi
nombre ni el por qué de la soga que rodeaba mi cuello en aquella viga
abandonada en medio del vetusto andén.
6 comentarios:
Y es que las neuronas ya no funcionan como antes...
Saludos y gracias por sus visitas y comentarios.
J.
¡Debe ser como vos lo narras ,sino muy parecido!!!!Martha
Gracias Martha, por la visita, el comentario y el apoyo moral.
Saludos
J.
¿Permanencia desconcertada? Es posible que sea una característica de los "fantasmas"...
La naturaleza seguía su curso aunque la vía estuviera tan muerta como él.
Cafelito.
Los relojes pueden dejar de funcionar en los momentos más inoportunos.
Y no se puede confiar en los trenes.
Tan desagradables para vivos y fantasmas.
Me pareció que tus neuronas funcionaron bien, colega demiurgo.
Censuras, Demiurgo, gracias por sus visitas y comentarios, como siempre, sé que puedo contar con ustedes para la lectura.
Saludos
J.
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