sábado, 23 de agosto de 2014

Mucho saber no te vuelve inteligente

Lo descubrí leyendo una revista para científicos, cuando era muy pequeño, y se suponía que no debía de ser capaz de leer y entender ese tipo de cosas. Una revista que, por alguna razón, había legado a la casa (imagino que el cartero se habrá equivocado de dirección, algo muy común en esa época), o quizá íbamos a tener visitas y para parecer más interesantes compraron un número al azar de una publicación cualquiera.
            Como fuera, la revista cayó en mis manos y la leí por completo, aún sin saber que los créditos, los índices y las editoriales de ese tipo de publicaciones pueden ignorarse sin más, dejando que los contenidos nos sorprendan por sí solos.
            Claro que si bien un 65% de las palabras allí utilizadas carecían de sentido, y el diccionario estaba en un estante muy alto de la biblioteca casi vacía de la sala como para acceder a él, entendí lo suficiente como para comenzar a preocuparme.
            Ese día descubrí que grandes bolas de fuego rodean a la tierra y que los hombres, por alguna razón que la revista evitaba explicar, habían denominado estrellas. Nombre poético para olvidarse de la realidad de que el sol era, en definitiva, también, una de esas cosas de fuego que giraba peligrosamente en torno a la Tierra.
            El terror, como no podía ser de otro modo, invadió cada uno de mis células, desde sus componentes más básicos como el núcleo, el nucleolo y la pared celular, hasta la composición de macroelementos que son los órganos del cuerpo, tal y como lo explicaba, también y por supuesto, la revista.
            ¿Pueden verlo? Una bola gigantesca y errática que en cualquier momento podía colisionar con la tierra, la luna, la estación espacial Mir y el Lusat-1 al mismo tiempo. Terrible. Catastrófico. ¿Qué pasaría con los sobrevivientes de un cataclismo de tales proporciones?
            En esa revista evitaban dar una respuesta a dicha posibilidad, y en mi familia nadie era capaz de entender mis preguntas, o cómo era posible que hablara con palabras tan raras, suponiendo que fuera español el idioma que aún utilizaba. Ni siquiera en el colegio pudieron ayudarme. A pesar de ello, la idea siguió rondando en mi cabecita loca, como decía mi tía mientras tejía con agujas del número ocho un par de medias para su difunto pretendiente.
            Agujas que ningún ojo, por bueno que sea su portador, puede resistírsele.
            ¿Entiende, doctor? No quiero ver cómo acabará el mundo. No, no quiero. No. No quiero. ¿Más pastillas? Si, por favor. Pero sólo si tiene de frambuesa porque las de menta ya me cansaron.

Con ustedes, en una imagen tomada de la red, Mr. Lusat-1

6 comentarios:

José A. García dijo...

Quiero dejar constancia que de forma irónicamente sarcástica, dedico éste texto a mis amiguitos de la uba. Ellos sabrán por qué.

Al menos eso espero.

Saludos,

J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

La única forma de curarse de esas obsesiones es dedicandose a escribir. Y transmitirles esas preocupaciones a otros.
Bien escrito, colega demiurgo.

la MaLquEridA dijo...

Los hombres muy inteligentes no desperdician su tiempo en escribir en un blog. Con razón muchas veces no entiendo lo que escribes, ay.

JLO dijo...

muchas veces se confunde el saber, la cultura, con la inteligencia... y también se confunden esas cosas cósmicas de la que hablás...

si todavía no se sabe correctamente cuantos planetas hay!!! salu2...

mikkonoss dijo...

Bueno... que no colisionará, sino que se engullirá a la tierra y lo que quede con ella, luego de haberlo hecho con los planetas interiores y antes de hacerlo con los exteriores. Dentro de 5x10^9 años. Para ese entonces probablemente estaremos infectando sistemas planetarios vecinos... Pero ese evento hará desaparecer definitivamente nuestras huellas en este mundo...
Y claro, la ciencia no es más que una forma de ver las cosas. Una extremadamente seductora. Irresistible. Ora perturbadora... ora tranquilizadora... mmm... ehhhh no no quiero ponerme esa cosa blanca con las mangas para atras... déjenme analizar estos datos... debo aplicar el análisis de la varianza... debo...

mariarosa dijo...

Cuanta ironía, que es real.
Muchos terminamos así; pastillas tras pastillas.
Un abrazo.