Su guitarra descansa en un estuche de cuero,
rígido y sólido para evitar golpes, en un armario de mi estudio. En las paredes
quedan las huellas de su paso, los afiches de antiguas presentaciones,
gigantografías de algunas fotos de la prensa y las tapas de sus discos. A él se
le ve siempre serio, casi nunca sonreía cuando de música se trataba.
En
realidad, casi nunca sonreía.
El
resto del material tendrá un destino similar al de la guitarra, supongo.
Quedará escondido en lo profundo de un armario como el símbolo de la memoria,
de un recuerdo que intenta ser olvidado y un dolor que ansiamos evitar pero
que, a pesar de todo el esfuerzo, tarde o temprano, saldrá a flote.
Su
vida se consumió como una rosa arrancada de su tallo. Si lo digo de esta forma
es porque sé que la metáfora sería de su agrado; el público disfrutaba de sus
canciones, de su poesía, de su forma de decir las cosas. El mismo público que
lo lloró cuando perdió la voz y luego lo olvidó cuando alguien más ocupó su
lugar.
Es
cierto, aún se venden sus discos; lo sé mejor que nadie. Pero no es lo mismo
que antes. Su voz suena rara en las grabaciones, como si lo que se escuchara
fuera un recuerdo de su voz, como si luchara consigo mismo, como lo hiciera
durante toda su vida.
Él,
que cantaba con versos maravillosos, cumplió su palabra. Cuando dijo entre las últimas
melodías del último tema de su último disco, antes de que todo sucediera tan
rápida como definitivamente, eso de que las
historias de amor debían de durar lo que dura un tango y no más. Fue apagándose,
perdiendo intensidad como una grabación a la que se le baja el sonido poco a
poco.
Su
guitarra duerme en un estuche, como dentro de un ataúd, en el armario de mi
estudio, pudriéndose de igual manera. Nadie volvió a tocarla; nadie tiene su habilidad
para hacerlo. Quedan sus discos, algunas de sus canciones y esas fotos en las
que casi nunca se lo puede ver sonreír, como si supiera, desde siempre, cómo
iban a terminar las cosas para él.
Como
si realmente lo hubiera sabido siempre.
4 comentarios:
Si ser es percibido, la muerte de alguien con talento para describirlo, acerca al mundo a su final. Por suerte, surgen otros.
Siempre pienso en el misterioso destino de los objetos,...porque son usados por seres que cuando mueren son olvidados y pasan a otras manos ..y otras...y...con el tiempo , si tienen valor pasan a los museos o a la nada...Martha
Cuanta historia hay en cada objeto que pasa de un dueño a otro.
Saludos
Carlos
Gran post, hay historia en los instrumentos musicales.
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