viernes, 20 de junio de 2014

Error # 10 (Vocación)


Todo comenzó, como siempre en aquella época, más como una broma que como algo verdadero. Claro que sabíamos que él no lo comprendería de ese modo, y que se lanzaría, realmente, a cumplir con sus palabras. Como uno de los tantos desafíos que se asumen en la infancia.
            Jugábamos a inventar profesiones inexistentes, imposibles de lograr, más difíciles de intentar; tan sólo para pasar el rato. Nadie esperaba que nada realmente importante saliera de aquello. Sin embargo, él, que nunca parecía comprender la diferencia entre el juego y la realidad, no se percataba de nuestra diversión.
            Nos burlábamos de nosotros mismos, porque eso era lo único que sabíamos hacer en ese entonces; porque para eso es la infancia, para burlarse, para odiar y vengarse, antes de aprender lo que es el amor.
            Él, como dije, comprendía mal la situación.
            Él, como también dije, prefirió el odio y lo irracional ante cualquier intento de explicación. Porque, después de todo, ¿cómo no burlarse ante la idea de un niño que ansía crecer para convertirse en un agrimensor de sueños? Imposible no hacerlo, siendo tan fácil la risa, siendo tan largo el resentimiento.
            Comprendimos, en parte, el que huyera del pueblo, entre insultos y gritos a las estrellas, entre nuestras risas y la alegría general.
            La misma alegría que vimos extinguirse uno a uno de nosotros y los nuestros, apagándose junto al brillo de sus ojos, junto a las sonrisas, con la llegada de prematuros cabellos blancos y los rostros pálidos.
            Algo que fui incapaz de comprender en su sentido último hasta que, finalmente, también a mí me visitó en los sueños. Portando en las manos las herramientas de su oficio comenzó a ponerle coto a mis fantasías, a marcar hasta dónde podía llegar, el poco el camino que se me permitía recorrer y todo cuanto se me obligaba a retroceder.
            Desde ese entonces, las que supieron ser sus lágrimas son las nuestras; y, claro, nuestras sonrisas, son enteramente suyas.

8 comentarios:

José A. García dijo...

Algunos errores cobran su verdadera dimensión a la distancia.

Algunas palabras duelen mucho más luego de los años que al momento de ser pronunciadas...

Suerte

J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Un agrimensor de sueños, que marca los límites y además con resentimiento. ¿Cuales serán sus herramientas?
Una de las ideas más originales que he leído en un blog, colega demiurgo.
Tarde temprano alguien se le va a enfrentar.

Pipipi 7 dijo...

Me hizo recordar a la canción Quisiera ser de Ismael Serrano, si no la escuchaste, escuchala.
:)

la MaLquEridA dijo...

Quizá estaba loco,
quizá fue el único cuerdo rebelandose a su destino.

Xindansvinto dijo...

Ugh! Tremendo su cuento. Terrorífico. Profundo y oscuro, como la vida misma.

Salud.

censurasigloXXI dijo...

Es un terrible castigo que controle alguien o limite tus sueños, creo que me daría miedo dormir. ¿Qué pasaría conmigo si generalmente solo tengo sueños poco agradables?

La crueldad infantil causa verdaderos traumas y los educados a no burlarse acaban siendo objeto de la misma burla.

Un abrazo y gracias por este intenso relato.

Giovanna dijo...

Se me ocurre que un día le va a salir al encuentro La Burócrata Onírica. Teodolito, planos y licencias en mano, le pedirá que se mantenga al margen de terrenos ajenos, de lo contrario lo pasaría a juicio por expropiación ilícita.

Esilleviana dijo...

Hay certezas que solo descubrimos después, una vez que hemos perdido la inocencia y la ingenuidad, aunque sea tarde para recuperar verdaderas creencias.

un abrazo