domingo, 2 de febrero de 2014

40 pulgadas

Sus intenciones, decía, eran buenas. Al menos intentaban serlo.
En medio de la epidemia de apatía y redes sociales vacuas, recorría la ciudad portando un gran palo de sándalo de 40 pulgadas de largo para atacar a la gente que se detenía a mitad de un paso, subiendo las escaleras, los que se detenían ante las puertas abiertas de los trenes o de los autobuses, los que se enterraban hasta la rodilla en el lodo de la última lluvia sin demostrar la menor reacción.
            A esos los fulminaba con un golpe en la cabeza, o en el cuerpo si la otra persona era demasiada alta o si ya estaba cansado por el largo día, en los hombros, la cadera o las piernas. Sin respetar géneros, edades ni clase social, a todos daba palazos por igual.
            Confiaba en que, como mucho, lograría despertarlos, devolverlos a la vida, sacarlos de su congelamiento de actualizar constantemente un estado del ser tan intranscendente que a nadie (ni siquiera a ellos mismos) resultaba interesante, que la gran mayoría finge comprender y compartir por comodidad, pero que nadie cree.
            Antes de tomar el bate de sándalo como símbolo, él mismo fue uno de esos seres congelados y faltos de reacción; alguien lo buscó y encontró enta información en la red. En cada uno de sus perfiles denunciaba que la red había matado a su padre, violado a su madre e inoculado con cáncer de páncreas a su hermano menor.
            Dicen que eso fue lo que lo motivó a cambiar su pasividad rutinaria por la acción directa de atacar violentamente a la gente que se dejaba dominar y controlar por el qué dirán de los demás.
            Otras voces lo llaman, directamente, el loco de las 40 pulgadas, en relación, por supuesto, al enorme palo que siempre lo acompañaba. Él prefiere seguir siendo el mismo, sin avatares ni seudónimos. Solamente él. Pero, a nosotros, nos queda la duda de si él sabe realmente quién es.

14 comentarios:

José A. García dijo...

Aunque, quizá, para los casos peores, 40 pulgadas sean pocas también...

Saludos!

J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

¿Esperará que le den las gracias?
No creo que las merezca.

María Alfano dijo...

Espero no encontrarlo en mi camino.
Yo soy una de esas a las que les fastidia la gente que se detiene ante las puertas del subte o en las veredas, sin ver que molesta a otro con su pasividad, pero nunca me atrevería a usar un bate... espero seguir así... a ver si me contagio.

Me gustó.


mariarosa

Martha Barnes dijo...

¡Espero no toparme con él!!!!Martha

censurasigloXXI dijo...

Precisamente para no perder de vista quién soy, evito tener uno de esos en acción las 24 horas del día. Además, no me llegarían las horas ni el dinero para andar buscando a tanto dominado y controlado...

Muy bien arguemtado, gracias.

Saludos y cafelito.

Humberto Dib dijo...

Me gustó mucho la historia y está bien contada, muy bien.
Creo que ya te lo dije, si no, aquí lo repito: este blog debería tener muchas más visitas, eres constante y bueno en lo que haces. Humildemente, y si me lo permites, voy a colocar un link en la columna derecha de mi blog.
Un fuerte abrazo.
HD

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Yo también creo que tu blog merece más visitas.
Así que te dejé un premio en mi blog.

hiro dijo...

¡Qué bueno! me ha gustado mucho tu justiciero de las 40 pulgadas (me ha recordado un poco al "Tío de la bara" que hizo popular José Mota).
Cuando veo a tanta gente idiotizada por las calles con sus smartphones también me entran ganas de zarandearlos, jaja
Un abrazo!

Lunática dijo...

¡Está genial! Pero que a nadie se le ocurra hacerloo de esta manera. Todos deberíamos encontrar la forma para que los apáticos de las redes sociales, reaccionen.
¡Saludos, José!

Esilleviana dijo...

jajaja
si le digo, profesor, que necesito una llamada de atención por parte de este loco de las 40 pulgadas. Siento que últimamente me estoy dejando controlar por el qué dirán y la opinión de los demás... trabajo rodeada de mujeres y eso, casi es inevitable. Los hombres sois de otro material...

un abrazo

taty dijo...

Y es que renunciar a los pseudónimos no es tarea fácil.

¿Dónde quedan, entonces, las máscaras?

¿O las cáscaras?

Es más o menos lo mismo.

Un abrazo.

BEATRIZ dijo...

jajaja, es que en definitiva a veces dan ganas de hacer lo mismo...tanta gente indiferente, aquí es raro ver gente que no trae enchufado algún electrónico, ipod, cel, ipad, you name it!

Muy buen trabajo.

Saludos.

Anónimo dijo...

Me encantó, felicitaciones. Saludos. P.

José A. García dijo...

Gracias a tod@s por sus comentarios y elogios que, de vez en cuando, suman a favor para darse cuenta de que no se escribe en el vacío, sino que todavía quedan algunos que se toman el tiempo de leer lo que uno propone.

Es una suerte que en el blog no haya botones con formas de manitos...

Saludos

J.