Quiero dejar en claro que no intento
justificarme en modo alguno, no tengo tiempo para ello. Ni, tampoco, existe la
necesidad de hacerlo.
Tal
vez la situación general, luego de que los hechos centrales comenzaran a quedar
en el olvido, no cambió demasiado como para que se nos recuerde. Tal vez en
algún grupo de estudio, de algún instituto de investigación, de esas
universidades que aún financian a sus docentes para que realicen ese tipo de
actividades, nuestros nombres continúen siendo repetidos. Pero, esto también,
durará bien poco.
La
razón de los hechos, una expresión difícil de sostener ante la irracionalidad
de la evidencia, sólo logra comprenderse si tenemos en cuenta que, en ese
entonces, creíamos en nuestra teoría. Creíamos, pues, que el mal siempre había
estado en nuestros corazones, y que era posible, en consecuencia, erradicarlo.
En
los corazones de hombres y mujeres por igual, de niños y ancianos; porque
cuando nos referíamos a los corazones de todos, incluidos, por supuestos,
nosotros mismos. Erradicarlo, al mal, se traduce en extirparlo, en arrancarlo
de nuestro ser, dejándolo bien lejos de nuestra humanidad, del corazón y la
mente.
Pusimos
manos a la obra estudiando durante años medicina y la mecánica del corazón;
creamos modelos artificiales de tan perfecto órgano que funcionaban mucho mejor
que los originales. Con los beneficios de dichas patentes de comercialización
financiamos el resto de las actividades de nuestro grupo.
¿Cómo
podían ellos saber que lo que se consideró una epidemia de corazones rotos eran
los frutos últimos de nuestras acciones? Porque así como el mal no sobrevive a
su anfitrión, y como todo virus que desarrolla una relación simbiótica con
quien lo alimenta, el hombre (o la mujer o el niño o el anciano) tampoco
sobrevive sin ese mal que lo acompaña en todo momento, en cada pensamiento,
acto o deseo de su larga y repetitiva vida. De no ser por lo que hicimos, ese
conocimiento continuaría aún hoy en las sombras de la ignorancia.
Por
lo que si van a culparnos de tantas muertes, como sé que lo harán, espero que
este nuevo saber que nosotros y no ustedes descubrimos sirva, al menos, como
atenuante a la hora de tomar su decisión.
10 comentarios:
Y bueno... A veces falla.
Saludos
J.
Tal vez ese mal es necesario, util, cuando se lo sabe mantener bajo control. Para no dejarse vencer por las circunstancias, tal vez sea una fuerza vital.
Si hubiese un balance entre el bien y el mal no habría problema, el problema estriba en como saber cuando ya se paso el limite si este no es el mismo para todos.
Del corazón ni hablar, es puro sentimiento noble, la maldad no reside en el, esta en el alma.
Saludos
Demiurgo: Claro, pero habría que aprender a mantenerlo bajo control. Y ni siquiera con las publicidades no enseñan a lograrlo.
Malquerida: El balance, imagino, debe lograrlo cada uno y, en ese caso, sería diferente en cada caso, lo cual volvería cualquier intento de relación en algo sumamente caótico a mi entender. Y, por lo tanto, perfecto.
Saludos
J.
No, no sobrevive a su anfitrión pero sí que pervive porque, en la mayoría de los casos, se hereda.
Soy poco pelota, así que se me "bienentenderá" si te doy la enhorabuena por este texto y las gracias por lo inteligente.
Un abrazo y cafelito.
Supongo que la clave está en hallar el equilibrio entre el bien y el mal, y no en erradicar éste último.
Como dice el refrán: "El infierno está lleno de buenas intenciones y el cielo de buenas obras." Aunque algún atenuante seguro que hay...
Saludos :)
Perfecto seria erradicar la maldad, pero hay un equilibrio entre el bien y el mal, las personas tienen libertad para elegir a que bando pasarse, yo tambien sueño que solo hubiera el bien, pero el mal ha estado presente siempre, saludos.
Tratar de explicar o justificar, o por lo menos exponer las razones de algo a veces funciona. Y claro que muchas veces falla, pero de no intentarlo...¿qué sería de nosotros?
Saludos José.
Recomendé tu post en facebook. En este mes que celebran los asuntos del corazón sería bueno echar un vistazo a otros puntos de vista sobre el órgano al que le atribuyen el amor.
más saludos.
Gracias por sus comentarios, como siempre, son las lecturas más interesantes de mi día.
Saludos y Suerte
J.
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