La manifestación, ridícula por la escasez de
sus participantes, podía pasar desapercibida para quien mirara sin ver. Pues
las dos personas que caminaban en círculos, un hombre y una mujer, separados
siempre por la exacta mitad de la circunferencia, y sosteniendo cada uno de
ellos una pancarta, mantenían un extremo silencio. Ni siquiera sus pasos
parecían hacer ruido.
Si
no los miraban, bien podrías ignorarlos sin problemas. Casi se diría que no
estaban allí.
Tampoco
buscaban alterar al ciudadano de a pie,
sino tan sólo a aquellos dispuestos a dejarse incluir en un debate mucho más
grande que el condimento del almuerzo, la política agraria en Asia Oriental o
el último retrovirus inventado por el Imperio para probar alguna nueva vacuna.
Sabido
es que, quienes logran sustraerse de tales nimiedades son pocos; como pocos
podrían comprender el significado de las pancartas en las que podían leerse con
grandes letras de molde: Basta de nada,
más de todo, en la que portaba la mujer, mientras que, en la del hombre se
leía: Basta de todo, más de nada.
Las
interpretaciones, sabido es, no son para cualquiera.
2 comentarios:
Lo que se puede interpretar que no había coincidencias entre los dos manisfestantes.
Esto me recuerda a esos "muchachos" que protestan y solo repiten con otras palabras la miasma de un gobierno o partido político (en Venezuela se ve mucho con los que están en pro del "gobierno revolucioanrio") Y para que hacerse el ciego si tambien se ve del otro lado de la acera política; ambos bandos hacen protestas a modo de reunión social.
No sé que sea peor, eso, la "herencia caudillesca" o la apatía en general por muchas cosas del Venezolano.
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