Estaba jodido, realmente jodido. Pero de tal
forma como nunca antes me sintiera. Y, lo peor de la situación, es que sabía
muy bien a qué se debía mi estado.
Algo que no importaba ya, pues era
necesario descubrir una forma rápida y directa de huir, de salir, de escaparle
a dicha situación. Suponiendo, claro, que la hubiera. Porque, como dicen, la
esperanza es lo último que se pierde.
Aunque
eso ha de haberlo dicho alguien que se encontraba en una situación ligeramente
diferente. Pongamos por caso que fue alguien cuya brújula no enloqueciera luego
de atravesar cierto meridiano que mejor no volver a mencionar. Su expresión no
me serviría, ya que no me serviría como guía.
No
únicamente porque la brújula en mi mano no señalaba hacia el sur, como siempre
lo hacen, sino porque allí mismo, las estrellas se encendían y apagaban como si
más que distantes luminarias no fueran otra cosa que luces artificiales.
La
batería de mi reloj se descompuso; mi cabello encaneció por completo antes de
darme cuenta que nada de lo que me sucedía era siquiera remotamente posible.
Pero
estaba realmente jodido. Todo cuanto podía hacer ahora era lamentarme, rezongar
y preguntar por qué me había dejado arrastrar por la corriente hasta el
mismísimo centro de todos lo vientos, la mansión de Eolo, aún sabiendo que ni
siquiera el verdadero Odiseo, el de carne y hueso, no la leyenda del tal
Homero, supo escapar a su influjo.
Y
si el maestro del engaño y el disfraz no puedo hacerlo, ¿qué resta para mí que
estoy jodido, realmente jodido, por la situación?
3 comentarios:
No sé si me creo eso de que Odiseo no pudo escapar. Sospecho que se quedó con Circe y dejó de lado a Penelope.
Pues es que es implacable, no conozco otra forma de definirlo... Destartaladas y canosas manecillas.
Un abrazo. Café, por si necesitas.
Dejó de contar el tiempo? qué pasaría si el reloj se parase? no significa que estés muerto, simplemente viviríamos como un vegetal? no lo sé... sigo pensando...
un abrazo :)
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