Con los ojos llenos de lágrimas, y los labios
cubiertos de sal, te encontré.
Mi curiosidad aplaqué ese día, para
no abrumarte con más dudas y preguntas inoportunas.
Aún persisten mis ideas
preconcebidas, pugnando por imponerse sobre tu sonrisa.
Será que descreo de cada uno de tus
gestos, de que no consigo confiar en nadie.
Ni siquiera en mí mismo.
Será lo que sea. Pero no podía
alejarme de tus ojos.
Como tampoco podía separarme de tus
labios que ansiaban un refugio sobre el cual posarse.
4 comentarios:
Me parece que es hora de olvidarse de las ideas preconcebidas.
La hermosa sensación de la necesidad imperiosa y el encuentro inexorable. Te mando un abrazo grande de esos que se dan los que no se ven hace mucho.
Un placer como siempre.
Amar por encima de todo...
Me gusta mucho.
Un beso.
La duda y el silencio atragantado. La duda, vaya germen que crece rápido en el sentimentalismo.
Un abrazo José.
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