Sostenía en alto una fotografía en la que se me
veía a mí mismo, con uno de mis libros en la mano, señalando con el índice
acusador de la otra mano, hacia mi rostro en el papel al tiempo que giraba la
cabeza, apenas un poco, para mirar hacia el espejo de la pared gritándole:
—¡Este no soy yo! ¡No soy yo! ¡No!
El reflejo, de espaldas a mí, miraba
sonriendo mi expresión de odio y fastidio.
—No, claro que no —respondía—, ese
soy yo.
8 comentarios:
Bien planteado, colega demiurgo. La respuesta es demoledora.
Un dorian gray cualquiera
El alter ego.
Pues yo también tengo días en los que no me reconozco, ni por dentro ni por fuera... Hay que ver.
Un abrazo y tu café.
me inquieta un poco el reflejo de mi reflejo,
y además si se ponen de acuerdo son dos contra uno
me quedé con una pregunta, el espejo, como la fotografía, también es una construcción?
Saludos. P
Hay momentos en los que no nos identificamos en el espejo, dejando de ser un modelo al que seguir...
:))
Un episodio abrumador, desde lo más profundo del alma.
Saludos.
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