domingo, 20 de octubre de 2013

Volver, tal vez

Alonso Quijano, dijo llamarse y, también, dijo, no recordar muy bien de qué parte de un lugar llamado La Mancha, era oriundo. Habituado como estaba a no hacer preguntas, lo dejé sentarse junto a mí en la mesa de aquel café de mala muerte en el que, espantado por la lluvia, decidiera entrar.
Antes de que terminara de sentarse, comenzó a hablar en un español raro, cargado de modismos y palabras arcaicas o vaya a saber uno qué cosas. Por su atuendo, parecía escapado de un teatro, o de un circo, o un manicomio. Así se lo hice saber.
Hablaba como quien no ha pronunciado palabra en siglos.
Cuatro, más o menos, se confesó.
Nadie vive tanto tiempo, le dije señalándole un error de su discurso. Los inmortales, por otra parte, argumenté, no existen.
Eso, mi fiel amigo, dijo el viejo, es un problema de vocabulario. No es tan fácil postular que los inmortales no existen para que estos, en efecto, no lo hagan; lo que necesitamos es reformular el concepto de inmortalidad y eliminar los plurales, porque sólo existe un inmortal.
Y ese, de seguro, le dije, ha de ser usted.
Para nada, Sancho, ese es el Señor.
No recordaba haberle dicho mi nombre, no recordaba haberlo utilizado yo mismo en muchos, muchos años. Se sintió muy bien el volver escucharlo en su voz, con su acento, como siempre lo hacía, arrastrando la última vocal.
Estaba en casa, esa duda, al menos, ya no tenía lugar allí.

7 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Hacer un planteo sobre el Quijote significa entrar en competencia con quienes lo han hecho antes. Como Pierre Menard autor del Quijote, escrito por un entendido en demiurgos.
Y el planteo tuyo, colega demiurgo, está a la altura de las circuntancias.

José A. García dijo...

Cierto, mi compañero Demiurgo. Quizá debamos tomar éstas palabras como homenaje a destiempo.
O como una interpretación más de los hechos.

Aún no lo defino.

Saludos

J.

Martha Barnes dijo...

¡Solo puedo decir que este diálogo entre seres "inmortales " tan queribles, me emocionó. Cariños Martha

Alejo Z. dijo...

El tiempo no transcurre donde la muerte no existe. Un presente perpetuo, o bien, la inmortalidad de la historia.
Saludos

Deigar dijo...

Toda una delicia. Sí que has logrado el objetivo.

Saludos.

Esilleviana dijo...

Qué bien escrito!
Será que todos tenemos algo de lo que destacaba Sancho: realista, de sabiduría popular acumulada por nuestro bagaje de muchos años, también de populistas, así como que andamos escasos de imaginación.

Un abrazo :)

thor dijo...

Los idiomas, a mi parecer, cada día son golpeados. Pero ¿Por quienes? Por todos aquellos que escriben mal, por los que ponen una s en vez de una z, lo que usan "emoticons" para describir una emoción, los que escriben abreviando en los mensajes de texto y aunque suene raro y doble discurso, por los que llevamos un blog.
Pero el Quijote seguirá allí, sentado con su adarga antigua.