Cuando se percató de lo que estaba haciendo,
tenía el blister de pastillas abierto por completo. Las cinco perlas
rojiblancas sobre la mesa, las manos temblorosas, y un vaso de agua que por
poco no derramaba su contenido.
¿Qué hora era? Tenía que tomar una
pastilla, pero no sabía cuándo. Miró el vaso, miró las pastillas, sus manos,
que parecían temblar cada vez más. La decisión, que lograba hacerse un espacio
en su mente, avanzaba poco a poco.
Tomó entre sus dedos uno de esos
trozos de medicina química y se lo puso sobre los labios. Bebió del vaso un poco
de agua fresca, y tragó.
Miró hacia la mesa donde cuatro
píldoras rijoazules y un blister vacío lo esperaban. Ni siquiera sabía en qué
día se encontraba pero allí estaba él, sentado, aguardando su medicina. Sin
dudas era la hora, por algo le temblaban tanto las manos.
Tomó una píldora y, con un sorbo de
agua tibia, la ayudó a atravesar su garganta.
Parpadeó varias veces. Sobre la mesa,
un blister abierto y vacío junto a tres pastillas rojinegras le informaban lo
que debía hacer a continuación.
No recordaba muchas cosas. Ni el día
en que estaba. Ni dónde. Pero, la peor parte era no saber por qué temblaban
tanto sus manos; el que en ese momento no recordara ni siquiera su nombre, le
resultaba secundaria. Lo de las manos era, sin dudas, lo peor.
Con el resto de agua que quedaba en
el vaso que tenía a una de sus temblorosas manos, se tragó una de las dos pastillas
que encontró sobre la mesa. Fue un acto mecánico, sin pensar, sin saber lo qué
hacía.
Con el vaso vacío en la mano se
levantó tambaleándose de la silla de madera; necesitaba agua para tomar esa pastilla
rojiverde que lo miraba desde la mesa. La cocina no estaba lejos, apenas unos
pasos desde la mesa del comedor. El blister abandonado a un costado de la mesa
le señalaba que, quizá, con una de esas, se le pasarían todos sus dolores.
Incluso esos que no sabía por qué
sentía, en el pecho, en la cabeza, el estómago…
Nunca
llegó a la cocina.
8 comentarios:
Un texto muy dramático.
Saludos
Y pensar que se están cerrando los centros que les cuidan porque muchos se administraban con los fondos de sus parientes y la mayoría ya no puede ni contribuir. Da miedo el poco cuidado que se tiene del anciano en este país.
Un abrazo, compañero. Cafelito para hoy.
Me recuerda algo de Memento, donde el tema era la perdida de memoria.
Muy intrigante este relato.
Te recomiendo este blog, que el octubre se dedicará al terror. Este es el calendario. Mañana hay una colaboración mía. El 25 habrá una historia con Mara Laira.
http://letradigitaluruguay.blogspot.com.ar/2013/09/octubre-en-ldu-calendario-de.html
Se aceptan colaboraciones. Creo que podrias aportar
Y el engaño siempre presente.
Ya sabés lo que va a pasar, te lo ves venir. Y sin embargo caés como en un tobogán, junto con el personaje. Y lo que está detrás, lo que no está dicho, es lo que pega más fuerte: la soledad.
Te recomiendo este posteo de un blog. Hecha por alguien que se hace llamar demiurgo, que tal vez haya comentado alguna vez en tu blog.
http://letradigitaluruguay.blogspot.com.ar/2013/10/octubre-en-ldu-colaboracion-cargo-de_6.html#more
Tremendo por la realidad del tema. Hace unos años y por el mismo problema debía traer a mi padre a vivir conmigo, tomaba la misma pastilla varias veces. La medicina nos mantiene físicamente sanos, pero mentalmente no hay avance ninguno. Un drama actual y muy bien narrado.
mariarosa
Pues es muy comun la situación que describes, pienso que es necesario no descuidar a los anciano y a los enfermos, sean familiares, vecinos o incluso solo conocidos.
Saludos.
Excelente, José. Dramático, intrigante... realista.
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