—La juventud —nos decía cada mañana—, es un
estado del alma. Nada más.
—Paparruchadas —respondíamos
nosotros—. Eso no puede ser.
—Puedo demostrárselos —nos dijo un
día, luego de meses pasados en el encierro de la eremita de los libros que él
solía llamar biblioteca—. Finalmente puedo demostrarles eso de que la juventud
no es una cuestión de edad.
—¿Cómo lo harás? —quisimos saber.
—Primero deberán ponerse en mis
manos, completamente —dijo sonriendo—. Dejando que mis dedos, y mi sabiduría,
los recorran de cabo a rabo.
—Aceptamos —dijimos todos los que
siempre escuchábamos sus locuras, el grupo completo.
Penetramos en las grutas de las
sombras con los ojos vendados, uno por uno, guiados sólo por las palabras del
anciano de cuerpo mas no de alma, como él se describía.
Creemos que nos dormimos varias
veces, o despertamos, en medio de una duermevela sin final. Escuchábamos un
espantoso trajinar a nuestro alrededor, de materiales, herramientas,
maquinarias que sólo podíamos imaginar. Aún conservábamos nuestros ojos
velados, por lo que nada era lo que reconocíamos de nuestro entorno.
Luego de un tiempo nos percatamos de
que nadie respondía a nuestros gritos, lágrimas ni las piadosas oraciones que
lanzamos a todo pulmón. Sólo recibíamos ruidos cada vez más fuertes y cercanos.
Despertamos mucho después. En una
habitación extraña, vacía, abierta, sucia, como olvidada. De la que nos tomó
mucho trabajo salir. Sentíamos nuestros cuerpos entumecidos, las articulaciones
duras, los ojos llorosos y el corazón cansado (como dice la canción).
Pocos días después nos percatamos del
engaño. El viejo se había quedado con nuestros jóvenes y núbiles cuerpos encerrándonos
en la peor de todas las prisiones.
Una prisión cuyas paredes son de
carnes flácidas y cartílagos sin fuerza, músculos inservibles y huesos
agujereados; una prisión custodiada por un único guardia, de apellido alemán,
escondido, al igual que todos nosotros, dentro de un cerebro viejo, cansado y
sin ganas de recordar.
7 comentarios:
¡Ah que feo quedarse en penumbras! Recuerdos idos sin modo de volver. Triste.
Un saludo
Quizá hayas visto la película de La ola de Dennis Gansel, basada en el experimento que un profesor de instituto lleva a cabo con sus alumnos de clase: la Tercera Ola.
"A través de su lema: "fuerza mediante la disciplina, fuerza mediante la comunidad, fuerza a través de la acción, fuerza a través del orgullo", haciendo hincapié en ello, de tal forma que cada día los alumnos siguieran una nueva regla". Y todo para evidenciar cómo nace y se instala el fascismo en cualquier sociedad, lo manejables que somos en cuanto a la modificación de la ideología y la forma de pensar...
Tus palabras me recordaron esta forma de actuar.
un abrazo
Lo digo con con toda humildad, desde mi punto de vista, subjetivo, por supuesto: Estás escribiendo textos muy logrados. Este blog debería ser más visitado.
Un fuerte abrazo.
HD
Sabio pero malvado. Lo ironico es que no mintió, la juventud es un estado del alma. Y el estado actual de su alma es usurpar un cuerpo joven.
Buenísimo cuento. Una historia de las que ponen los pelos de punta. Un personaje malísimo y algunos jóvenes inocentes,el resultado; me encantó.
mariarosa
que buen relato José, contundente y en su medida justa!
salute de vecino
Si fuese posible robar cuerpos y habitarlos cuando los nuestros ya no nos sean satisfactorios...yo robaría el de una modelo de largas piernas,jeje.
Me ha gustado ese giro al final del relato.
Saludos.
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