domingo, 16 de junio de 2013

Mirador

Hoy el cielo se veía raro, no como encantado, sino como vacío. No había nubes en él.
Encaramado en lo más alto del observatorio, miré en las direcciones posibles (pues sabes que nos está prohibido mirar hacia el norte), sin encontrar una sola nube, ni el más diminuto jirón blanco en medio de un azul tan inmenso. Ni siquiera esforzándome por ver más allá de donde llegaban a posarse mis ojos, pude encontrar lo que ansiaba.
Ni una sola nube.
No llovería durante el día y, quizá, tampoco lo haría mañana, ni el día después de ese. El viento tórrido del verano continuaría soplando y el desierto extendería su manto de habitual abatimiento sobre la aldea.
Las nubes ausentes no me preocupaban, así como tampoco la muerte que auguraban con su ausencia. Mi preocupación, mi sentimiento, se encontraba en otro lado, en saber que hoy se cumplía otro ciclo más desde tu partida sin despedidas.
Imposible olvidarlo, el verano me lo impide; tu recuerdo siempre presente, como una cicatriz que daña la piel y se hunde hasta el hueso, tampoco.
El cielo estaba raro, es cierto, carente de nubes. Pero la mayor extrañeza de todas, la peor desolación era que, por más que mirara en las direcciones posibles, no veía, en ninguna parte, tu sonrisa.



7 comentarios:

José A. García dijo...

"Mirón" me pareció un título demasiado fuerte...

Saludos!

J.

Esilleviana dijo...

Echar de menos a alguien, un pellizco imposible de evitar.

Un abrazo :)

Alicia Abatilli dijo...

No la viste porque era la única nube escondida detrás de las ramas de ese árbol
Placer encontrarte.
Volveré.

Anónimo dijo...

:')

Mista Vilteka dijo...

Cuando se anehla lo vivido y el cuerpo con quien todo eso se vivió...

Bello.

¡Un abrazo!

F:
http://mistavilteka.blogspot.com/

Xindansvinto dijo...

Mirar es recordar, sin duda.

Salud.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Tal vez esa sonrisa estaba al norte.