miércoles, 19 de junio de 2013

Visitantes

Cuenta la leyenda que ellos siempre van y vienen, recorriendo los finitos caminos de la tierra infinidad de veces, con infinitas formas. Dicen que, al menos una vez en cada generación, unos días después de la cosecha, pasan por cada aldea de los hombres.
Nadie posee la habilidad de reconocerlos, porque no son extranjeros, aún cuando tampoco sean del pueblo. No se dan a conocer más que a unos pocos elegidos a quienes inundan sus sueños con visiones reveladoras del pasado, del presente y del futuro también.
Durante los días que permanecen en cada aldea, la alegría es la norma. Ninguna sombra oscurece los rostros ni los cielos. Los nacimientos se multiplican aún entre los estériles, así como ocurren cosas inexplicables que ni siquiera los más ancianos, ni los más sabios, pueden explicar.
Ocurren maravillas.
Hasta que un día como cualquier otro, deciden irse, dejando semillas de recuerdos e historias para ser contadas una y otra vez hasta la siguiente generación.
Nadie los ve partir, pero la rutina comienza a desplazar poco a poco a la alegría, que se va extinguiendo como un fogón descuidado por el que nadie vela.
Es cierto que el fuego no llega a extinguirse, porque cenizas quedan; la alegría no muere, es cierto, se refugia en las memorias. Pero ellos se han ido hasta que la próxima generación reine entre los hombres.
Los más atrevidos les llaman los Dioses Nómades, que viajan de aquí para allá sobre monturas de ensueño.
Para otros, apenas son magos cubiertos con las vestimentas de antiguos reyes y el polvo de caminos que nadie conoce.
Ellos, los visitantes, nada dicen, pero escuchan todo cuanto pronuncias las bocas de los hombres. De todo ellos, en todo momento.

3 comentarios:

fus dijo...

Estos Dios Nòmadas, no deberìan desaparecer. Me ha gustado mucho tu publicaciòn.

un abrazo

fus

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Es una historia con influencia mítica, bien logrado. Sería deseable que fuera real.

maria candel dijo...

Ojalá José, que estos personajes fueran reales, no sabes cuanta falta hacen en el mundo, en cualquier país, en cualquier ciudad...
Un abrazo desde Caracas.