Construimos la muralla exterior cuando
escuchamos los primeros rumores. Incrédulos, vimos las manchas en los rostros
de los mercaderes y temimos por nuestro porvenir.
Ese
mismo día los expulsamos, junto con todos los hombres ajenos a la ciudad, los
niños y los ancianos. Nos apoderamos de sus riquezas y sus mujeres porque el
plan ya estaba marcado en nuestros corazones.
Luchamos con las mejores máquinas de guerra contra diminutas aldeas que
nada sabían de nosotros, ganándoles sus tierras y sus cosechas; para construir
una muralla exterior que nos protegiera solamente a nosotros.
Una
generación de esclavos, trabajando de sol a sol, nos costó erigirla. Pero,
cuando estuvo terminada, nos sentimos apenas un poco mejor. Sobretodo luego de asesinar
a los constructores, arrojar sus cadáveres del otro lado del muro y violar
salvajemente a sus mujeres e hijas.
Oh,
si, nos sentimos poderosos mirando la gran mole de roca y mortero que nos
protegía de todo lo exterior.
Aún
cuando la ilusión duró poco y antes de que se cumplieran veinte soles,
comenzamos a construir la muralla intermedia, para separarnos de los vástagos
de las esclavas. Esos hombres de rostros violentos que no eran ni de un color
ni del otro, con sus cabellos ensortijados y sus narices chatas. Tan
diferentes, y tan parecidos, a nosotros.
No nos
ayudaron a construirla, ni siquiera bajo amenaza. Nos dejaron solos, tal vez
porque sabían que de ese modo nos demoraríamos mucho más tiempo en terminarla.
Pero
nosotros los engañamos, también. Porque al mismo tiempo, y en el más extremo de
los secretos, comenzamos a construir la muralla interior; para separar la
ciudad de los rudos hijos de los constructores que se sentían esclavos de las
tareas impuestas. Eran tan peligrosos como esos otros hombres de los que
queríamos aislarnos. Por eso nos aislamos nosotros de todos, de ellos, de
nosotros y de todos los demás, sin que nos importara nada.
Teníamos agua y riquezas, alimentos y diversiones. Podíamos continuar
eternamente siendo como siempre hemos sido, sin escuchar, nunca, reclamo
alguno.
Sobretodo porque los instrumentos de nuestros músicos suenan lo bastante
alto, durante el día y la noche, como para acallar cualquier sonido proveniente
desde el otro lado de las murallas.
Imagen de la Frontera entre el Estado de Palestina e israel...
8 comentarios:
La imagen no la elegí al azar.
Les aviso por las dudas.
Todo lo demás es ficción. La imagen no.
Saludos
J.
Mi estimado... luego de años de ausencia me place leerlo... un abrazo a la distancia :)
¡Seres humanos!!!¿Humanos?????Un beso Martha
Muchas veces la cara del otro es un espejo. Por eso lo atacamos. En fin, buen texto, gusto pasarme por acá.
Te deseo feliz fin de año.
Un abrazo grande
Como ocurre con las separaciones, a veces es necesario no mirarse un tiempo, tomar distancia del "enemigo" y esperar que el tiempo haga lo suyo. Más muros han sido derribados ya, todo llegará...
Un saludo
me complace leerte
Muy buen texto, desde el inicio hasta el final no se te escapa el lector. Me sale la frase de Sartre: "Al querer la libertad descubrimos que ella depende enteramente de la libertad de los demás."
Saludos.
Los muros siempre han sido paradigma de la intolerancia y soberbia del Hombre, pero mientras haya quienes los denuncian y denostan, aún en forma de bella historia ficticia, la vida de los muros y murallas, se acorta con cada palabra.
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