domingo, 9 de diciembre de 2012

Perfecto


Los días transcurrían en silencio, me percaté de ello por casualidad. Antes que lo piensen, no soy sordo. Mis oídos se encuentran muy bien según todos los análisis médicos.
El silencio provenía de otra parte, no era externo, no era ajeno, al contrario, bien al contrario. El silencio partía de mí mismo.
Si bien siempre fui ahorrativo con mis palabras, los últimos meses pude notar que el silencio crecía en torno a mí persona. Como una burbuja de jabón crece y crece antes de estallar.
La naturaleza y sus sonidos pausados, leves, sus susurros y gorjeos persistían en las mañanas, y a lo largo del día. El silencio no era, como llegué a creer en un momento, ausencia de sonido. Aquel era un silencio diferente, raro, como encantado, que recordaba más al frío y la soledad que a cualquier otra cosa.
Tal vez fuera porque las casas vecinas a mi refugio se erguían tan anónimas y apagadas como mi interior. Salvo el encendido ocasional de algún motor, el entrechocar de platos y cubiertos, que delataban la presencia de otros cuerpos, de otros seres, en las cercanías, era imposible percatarse de nada. Ni de tan siquiera los latidos de mi propio corazón.
Si recuerdo esa palabra, latido.
O el significado de epidemia, de silencio y soledad.
Pero no importa, los días continúan sucediéndose, uno tras otro, mientras las palabras se desvanecen y en el aire sólo queda su recuerdo junto con el murmullo de los insectos; y ese saberse cada vez más único, solitario y perfecto en medio de tanta cotidianeidad.
No soy sordo, mis oídos están bien. Tampoco estoy ahorrando palabras.
Yo fui quien llegó al silencio, y no el silencio a mí.
Y es perfecto.
Sí.
Soy perfecto.

6 comentarios:

Geraldine, dijo...

mas de una vez utilizamos el famoso cono del silencio...beso!

serafin p g dijo...

una idea de la perfección que la sitúa a un paso de la nada.

salute José!

Esilleviana dijo...

¿Dejó de escuchar su propio corazón?
abandonó el entusiasmo y la pasión...

Un abrazo

Julieta en jumper dijo...

Es fantástico. Casi que yo también quedé sumida en el más absoluto silencio.

censurasigloXXI dijo...

Hay muchas veces que necesitamos ese silencio interior, que lo buscamos o aparece de forma súbita sin pedirnos permiso. Suele ser muy acogedor, como el interior de una concha.

Un abrazo y un café.

José A. García dijo...

Cada loco con su tema, solían decirme cuando eran un niño.

Yo cambié un poco la frase por algo que dijera así: Cada idealista con su idea.

Saludos

J.