Capítulo 8 - De la soledad
—¿No te sientes solo por momentos? —preguntó el
ketchup caducado en abril interrumpiendo el letargo filo-filosófico de su
compañero de derrotero cósmico.
—Imposible —respondió el ketchup de
un octubre olvidado—. Porque siempre estás tú aquí para recordarme.
—¿Qué te recuerdo? —preguntó sin
fingido interés el ketchup de abril.
—Que mi ideal es imposible de lograr
mientras nuestras órbitas tiendan a converger…
—Pues yo sí me siento de ese modo
—dijo el ketchup de abril—, aún estando aquí, contigo, soportando tus silencios
y suspicacias.
—Me lo imaginaba.
—Me sentiría de igual modo de
encontrarme en medio de una multitud, sin dudas, si ésta no compartiera mi sensibilidad.
—¿Ah, si? —dijo, más lleno de
desinterés que de tomate triturado, el sobre de octubre.
—Por supuesto. Estar rodeado por
entes que no perciben lo mismo que tú, que no interpretan el universo de la
misma manera es estar, también, un poco sólo.
—Sabes que nunca has estado en medio
de una multitud, ¿cierto?
—Si, lo sé.
—Muy bien. Entonces sabes cómo me
siento en cada momento de mi vida
—dijo, antes de volver a guardar silencio, el revolucionario ketchup de un
octubre caducado.
4 comentarios:
Gracias a tod@s por continuar las aventuras de ésta tan extraña pareja.
Saludos!
J.
Muy bueno lo de las órbitas convergentes!!! :)))
Besito y cafelito!
... acompañado por otro solitario. Al final, todos nos creemos únicos, individuales, diferentes y no somos más que mayoría, colectividad y generalidad? somos sociedad.
Un abrazo
ES la figura de un matrimonio aburrido!!!!Martha
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