Noches y días sin final llevamos rodeando la
fortaleza, cortando sus vías de escape, vigilando constantemente hasta el más
mínimo indicio que pudiera llegarnos desde su interior. Nadie debía salir.
Porque dentro estaban ellos, los
perjuros, los mentirosos, los irracionales, los iconoclastas, los perfectos,
los que no eran como nosotros. Nuestra misión era mantenerlos allí dentro,
presos del hambre y la sed. Aun sabiendo que cultivaban su propia comida, y que
en las catacumbas de la fortaleza corrían ríos subterráneos del agua más clara
y pura. Y nosotros, mirándolo desde afuera, apenas nos alimentábamos con las
raciones de la guerra; sacrificando nuestras monturas, nuestros sabuesos y a
nuestros compañeros más débiles luego de acabarnos a los heridos.
Ellos disfrutan nuestros pesares,
porque suelen aparecer sobre el muro y nos saludan desde lo alto. A veces nos
arrojan comida, animales muertos o vivos, parte de lo que recogen de sus fructíferas
cosechas. Pero nos está prohibido siquiera tocar lo que nos arrojan. Una
flecha, y las llamas, son su destino.
Ninguna cosa proveniente de allí
dentro es admisible para nosotros. Aún cuando las raciones estén a punto de
agotarse y las noticias de la Metrópoli ya ni siquiera nos llegan. Pero no
importa. Tenemos una misión; rodear esa fortaleza cuyo muro prácticamente
ilimitado parece combarse poco a poco cuando miramos hacia el horizonte. Nadie
saldrá por las puertas que hemos tapiado, nuestra vigilancia será eterna,
generación tras generación, si es necesario. Aunque no hayamos tenido la precaución
de traer a nuestras mujeres
Haremos oídos sordos a las huecas
palabras que nos gritan desde los muros cuando dicen que no son ellos los
encerrados sino, al contrario, nosotros, los que no podemos entrar. Es mentira.
Ellos no pueden engañarnos.
Porque, de ser así, ellos no podrían
saberlo.
Así como tampoco nosotros.
6 comentarios:
¿Para qué debatir si podemos hacer oídos sordos?
¿Para qué dialogar si podemos imponer nuestra visión del mundo?
¿Para qué escuchar si no nos vamos a entender? Y ni siquiera nos preocupamos en hacerlo...
J.
Este texto está muy a tono con lo que escribí hoy. Habla del mundo posmoderno, ni más ni menos. Cómo ha cambiado todo en relación a otras épocas...
No encuentro el blog de Antonietta...
jlg
el asedio tiene dos elementos, el que asedia y el asediado y los dos son esclavos uno del otro, se consumen en la espera...
saludos querido amigo
La caverna José, la eterna caverna.
Un abrazo.
Como buen español, creo que me quedaré haciendo gordo el culo en el sofá y poniendo cara de lela delante del televisor, idiotizada delante de la carta de ajuste si la hubiera...
Nosotros no les escuchamos porque sólo dicen mentiras y sandeces, y ellos no nos escuchan porque siempre estamos pidiendo que nos devuelvan lo robado....
Bueno, te dejo un carajillo de ron, amigo, a ver si nos calma el ánimo porque a la hora de reivindicar estamos más solos que la una menos cinco.
Beso.
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