Cuando ya no queda nada, y con nada me refiero
a que hasta la esperanza y a dignidad se han perdido, sobreviven apenas las
últimas esquirlas de pensamientos.
Palabras mal pronunciadas, números
de teléfonos incompletos, datos sin personas, rostros sin rasgos, nombres,
nombres y más nombres.
Senilidad que le dicen, vejez,
abatimiento.
Tanto que se nos olvida que un
diminuto trozo de plomo, o una pastilla a deshora, podrían solucionarlo todo.
Pero nos aferramos a lo último, a esa palabra, número o imagen, y la
transfiguramos en talismán, en la posibilidad de trascender.
Aún cuando sabemos que hacernos
invisibles es imposible.
Y la muerte siempre será ese último
refugio.
7 comentarios:
yo creo lo contrario, que nos refugiamos en la vida hasta que nos atrevemos a morir como nos corresponde.
No sabemos si lo que llamamos vida es un sueño y lo real es la llamada muerte..Martha
No siempre la medicina es tan milagrosa, sobre todo, porque la ha inventado el hombre. Pero sí te puedo escribir que suelo acudir al ibuprofeno o al paracetamol cuando realmente estoy mal y no puedo resolver mi vida diaria.
Un abrazo
También pasa que surge la posibilidad de la magia...recurrir a remedios y tratamientos alternativos, brujos y otras yerbas, que sacan dinero, pero el final es el mismo siempre, hay que dejarse llevar...
Es cierto. Queda, y no sólo en la vejez, información que son sólo datos acumulados sin conexión aparente. Datos simplemente. Un conocimiento que se perdió y sólo pesa. Guardamos bastante más información en nosotros que la que somos capaces de emplear. ¡Un abrazo! F:
Gracias por sus comentarios, en un mundo tan inundado por el desinterés y la falta de compromiso, significan mucho para el autor de éste blog (es decir, para mí).
Saludos
J.
No estoy de acuerdo del todo, con la edad llega algo llamado sabiduría y los ancianos tienen bastante de la última mencionada, lástima que pocos le prestan atención.
Saludos y salados
Publicar un comentario