domingo, 14 de octubre de 2012

Molestias pasajeras

El ardor estomacal y la picazón de la mañana no se fueron, pasaron a segundo plano cuando otras molestias más acuciantes las reemplazaron. El sentir que algo nos pincha los ojos, desde el interior, o los dedos doliendo como si los propios huesos estuvieran a punto de separarse, no es algo fácil de ignorar.
A lo largo del día, la molestia fue avanzando en distintas partes del cuerpo. Sintió el sueño del ataque al hígado, las rodillas hinchándoseles como si la humedad hubiera trepado al 5.000%, la espalda se le arqueaba como hundida bajo el atroz peso de su cabeza que no dejaba de latir y latir con ínfimos pensamientos.
Imposible el pensamiento complejo en esa situación, ni siquiera lo intentó, porque el esfuerzo sería devastador en esas condiciones. Se paseaba, en cambio, semidesnudo por el interior de su monoambiente, sintiendo el agrio aroma de su sudor seco y vuelto a humedecer, de su cuerpo pidiéndole un baño con urgencias.
Otra cosa no podía hacer, salvo esperar sin saber qué. Ansiar una llegada que nunca se concretaría, pero sus entrañas le confirmaban, en su letanía de ruidos y retorcijones, que estaba cerca.
Una hora después del atardecer sintió que su pecho se desgarraba, que sus costillas eran hechas a un lado y que un enorme pico se abría paso por su piel. Las plumas le cosquillearon en la garganta y sobre su estómago, cuando las alas se extendieron. Las garras, llevándose parte de su carne, rasgándole los pulmones y quebrándole la ausencia de emoción, fueron las últimas en salir.
Y se encontró yaciendo en el suelo blanquecino del departamento vacío cual cascarón desechado, mientras la extraña criatura terminaba de alimentarse dejando, como único desperdicio y recuerdo suyo, ese frío y duro guijarro en el cual reconoció su antiguo corazón.
   

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, ser devorado por una alimaña
y estar vivo para recordar
ese último episodio, es terrible.

Aunque no sé que es más terrible
si tener en la memoria ese recuerdo
o la propia muerte.

Como siempre José
un gran trabajo
saludos.

Geraldine, dijo...

Delicioso no?...jajajja...a todos en algún momento nos carcome un ave por dentro...

efa dijo...

o condenado a que un ave le coma las entrañas por la eternidad, je, robo mitológico el mío.
Che, muy bueno lo del primer cv
Salud

censurasigloXXI dijo...

Ya me hubiera gustado ser la alimaña que se zampa al desalmado, ladrón, mentiroso, holgazán y difamador de mi tutor, y lo deja tirado en medio del departamento, pero que siga vivo un tiempo, no una muerte rápida.

Pero seguro que ése energúmeno ni piedra tiene por corazón...

hala, ya me he quedado a gusto, perdón :))))

Un besito y un cafelito, amigo!

David C. dijo...

Asu que intenso cuento.
Saludos
David