En medio de una atroz disputa sin cuartel se
encontraban, sin posibilidad de llegar a entendimiento alguno. Tras tanto
tiempo luchando, ninguno de ellos podía decir por qué lo hacían, cuáles eran
los motivos y las causas primeras o últimas de aquello.
Diferentes fases habían transcurrido
durante el enfrentamiento. Directo, indirecto, nervioso, profano, ritual,
analítico, aburrido, con armas de destrucción masivas, o mínimas, con o sin
efectos colaterales, con botox y sin colágeno. Y tantas otras que, numerarlas,
sería una pérdida de tiempo.
Pero el conflicto continuaba, y
continuaría hasta más allá del infinito, hasta llegar al otro lado del
horizonte o del arcoiris, lo mismo daba. Porque ambos sabían que del resultado
dependía mucho más que sus vidas.
Quien ganara impondría una visión
monolítica sobre el universo, la realidad y el resto de las cosas relacionadas;
la suya sería una verdad inapelable e incuestionable. Su palabra sería ley, una
imposible de quebrar en modo alguno.
Lo sabían, desde el momento mismo en
que dieron el primer golpe, y anhelaban ese final que imaginaban cercano.
Luchaban para lograr esa preeminencia
indiscutible hasta que un nuevo suceso dijera que la verdad impuesto ya no
resultaba tan verdadera para los demás. Y el drama continuaría. Pero no les
importaba, en éste instante, como hermanos celosos, como niñas enamoradas, como
criminales de guerra, luchaban para derrotar definitivamente al otro. La forma
no importaba, sólo el resultado.
Sabían que el triunfador estaba
escribiendo su posterior derrota con sangre. Pero, por el momento, no les
importaba saber de quién era la sangre.
Continuaron, en cambio, buscando la manera
de derrotarse mutuamente sin mirar al futuro, contentándose con mirar,
únicamente, el rostro del enemigo.
8 comentarios:
Estupendas todas las cosas que nos dejas.
Saludos y un abrazo.
Que palabras acertadas las que dejaste en mi blog...certeras...un gusto leerte como siempre...
Las palabras son tan reales y guardan tantos significados que pueden hacer triunfar o derrotar a cualquier persona. Pueden mover a toda una ciudad y poco a poco, a todo un continente y un mundo completo hacia una misma dirección, con todo lo que esto implica.
Un abrazo :))
Y sí... combinación jodida el orgullo y el poder. Un abrazo grande, Profe. Después me avisas cómo hacemos con los libros.
Qué más dará la verdad. Lo importante es imponerla.
Un abrazo, J
¿Viajas mucho?
:))
a mi no me miren ...yo no dije nada ...
un abrazo grande dragón !!!
Gracias a todos por sus comentarios, con un poco más de tiempo podría ir a visitarlos, pero bueno, no todas las semanas puedo hacerlo.
Saludos
J.
Publicar un comentario