domingo, 24 de junio de 2012

Estática


Encendió la radio sabiendo que se trataba de un gesto inútil, que no encontraría nada en todo el rango de frecuencias. Ni siquiera en la onda corta tan de moda una par de décadas atrás. Pasaría el día moviendo el dial de un extremo al otro, buscando algo, cualquier cosa diferente a la estática que aullaba en sus oídos. Horas enteras esperando, moviendo apenas el selector, un poco hacia adelante, o un poco hacia atrás cuando la duda lo invadiera.
Siempre con la endeble esperanza jugando entre sus dedos.
Intuía más que sabía, que otros tan desesperados como él estarían haciendo lo mismo, ese buscar sin final, con sus receptores, esperando, ansiando, a que alguien supiera qué hacer, que alguien comenzara a organizarlos, otra vez. A poner las cosas en orden, a forjar un nuevo imperio con su tirano de turno.
Se le empañaban los ojos cada vez que recordaba los buenos tiempo, como le gustaba llamarlo, de miles de emisoras de radio, innumerables canales televisivos, acceso inmediato a  la red, los aparatos traductores de ultrasonidos; toda la tecnología que había ido anulando ese silencio que no era tal.
Porque cada nuevo ingenio ocultaba, detrás de sus luces de colores y envoltorios elegantes, la voz de la tierra. Lo que los técnicos denominaban estática, y hacían lo imposible por eliminar, no era una falla en los equipos. Es un desesperado intento que nadie supo escuchar.
Que nadie se interesó en escuchar.
Hasta que, por supuesto, fue demasiado tarde y el campo electromagnético de la tierra estaba tan saturado, tan cargado de estática e inercia residual que sólo le quedaba una cosa por hacer para recuperar su equilibrio.
Y la duda, la maldita duda, sólo es un defecto de los hombres, no de la naturaleza. Demasiado tarde aprendieron de su error. Pero la tierra, la naturaleza, siempre ha tenido todo el tiempo del mundo a favor.
Tal vez por eso mismo, la estática, tantos años después de tan terrible acontecimiento, había decantado en una serenidad y una armonía tal que ningún oído humano soportaba el escucharla por mucho tiempo.

13 comentarios:

Pazchi dijo...

Homenaje a Bradbury? Me agrada.

Como siempre, un gusto.

Anónimo dijo...

Por un momento viajé a los 50's, 60's, donde estos relatos vagaban por las publicaciones. Y uno de los padres era H.G.O. (¿tenés la continuación que hizo de "El Eternauta" y otros relatos de ciencia ficción?)

José A. García dijo...

Pazchi: Puede ser, aunque inconsciente, muy inconsciente.

Anónimo: Si, tengo la edición de Colihue con esos textos, y es muy interesante.

Saludos

J.

silvia zappia dijo...

es verdad lo que dice anónimo, tu relato nos traslada a 40 o 50 décadas atrás.

se acerca el fin?


abrazo*

serafin p g dijo...

es interesante como en un relato tan corto vas tirando entre líneas pequeños detalles que permiten construir, imaginar, lo acontecido en ese (este?) mundo. Brillante!
sera

Alejo Z. dijo...

La "estática" en las cabezas "estáticas" es el peor augurio para el presente: siempre resulta demasiado tarde.
Un abrazo

censurasigloXXI dijo...

Tal vez tenía que ver con ese sonido planetario del que hablaban los antiguos griegos, y del que decían que había que estar preparado intelectualmente para escuchar...

Tal vez... porque estático, en griego, significa además "sensorial".

Un besito y un cafelito. Me chifló la entrada.

Anónimo dijo...

Tus relatos como siempre, me hacen buscar imagenes en mi mente para poder recrear lo que nos cuentas y eso siempre agradece el lector.

Un abrazo José.

Lorena dijo...

La serenidad es agradable en la justa medida, pero se hace insoportable cuando la tenemos constantemente sobre nuestras cabezas y bajo nuestros pies.

Gracias por pasarte siempre :)
Un saludo!

Mista Vilteka dijo...

Caramba, me ha dejado esto muy inquieto. ¿A qué sonaba el mundo sin tecnología? ¿Sin tijeras ni microchips ni azadón? En el espectro electromagnético aún buscamos las trazas del primer universo y aún así, con brocha radial sobre los huesos de la realidad, construimos ladrillos sobre ladrillos.

Justamente la semana pasada estuve en el Amazonas hacia un lago que se llama Tarapoto, en el camino le pedí al conductor de la lancha que apagara el motor y nos dejara ahí flotando. Al principio silencio, como si el río y sus infinitos árboles primero nos juzgaran. Luego el sonido de los pájaros, del agua que corre, del viento que pasa. En fin...fue muy evocativo y me dejó una sensación de ser yo el que no he entendido.

¡Un abrazo!

F.

Anónimo dijo...

Sabés? No estás del todo errao', hermano. Estàn dejando el Blogger un tanto a la deriva, pero.. aquí estamos. Con decirte que el anónimo que te comentó en segundo lugar soy yo! Cómo? No sé, siempre sale con firma, sinó la hubiera agregado (claro que no sabía que Blogger me está ninguneando de esta manera!). En cuanto a "Una revista...", al fin y al cabo logré comentar, al 5to. o 6to. intento.
Albricias!
Recomentando... Manco Cretino

Esilleviana dijo...

La Tierra tomó las riendas, gobernando y dirigiendo las ondas internas, los movimientos de rotación y traslación y las asuntos invisibles de los que dependemos los demás seres vivos.

Seguro que te has basado en algún libro pero la idea es muy racional y original.

un abrazo escritor

José A. García dijo...

Gracias a tod@s, como siempre, por sus interpretaciones.

Puede parecer un homenaje a Bradbury, pero es un texto escrito unos meses antes de su muerte, y pensando más que nada en todo el daño que le hemos hecho al mundo en que vivimos que es, hasta donde sabemos, el único capaz de albergar vida. Pero, al parecer, poco nos importa.

El hombre es el lobo del hombre. Su asesino, su verdugo.

Saludos

J.