Parecía una broma. Una muy perversa, es cierto,
pero broma al fin.
La anunciaron los científicos: El
sol se caía.
Al final de cuentas, Ptolomeo,
Galileo, Copérnico, Kepler, Clarke, Newton, Dick y Einstein estaban equivocados
en algo fundamental. El universo era una falacia. Nada existía más allá de la
tierra y la luna. El sol era una lámpara que se había desprendido de sus
suporte y las otras estrellas resultaron ser puntos de luz que decoraban un
manto negro que flameaba sin explicación.
No fue necesario reconocer que el
programa Apolo era una mentira, y que Yuri Gagarin no murió en un accidente.
No, la verdad era mucho más grande.
Más terrible.
Se ignoraba lo que había del otro
lado del manto de estrellas.
¿Éramos el proyecto de ciencias de
algún desquiciado? ¿Una fantasía? ¿Una ilusión más?
Los templos y los sex-shops estaban
vacíos por igual; los ocho mil millones de humanos se amontonaban en las calles
para ver como el hasta entonces astro rey, se precipitaba, poco a poco, hacia
la tierra.
Nadie se sorprendió al ver que
mantenía su tamaño porque no era más que una lámpara magnificada por los
espejos que resultaron ser lo único que componía la atmósfera terrestre. Su
calor, en cambio, se sentía cada vez más.
Queda poco por hacer, casi nada.
Salvo esperar el choque inminente entre el falso sol y la mentirosa tierra;
porque los planes de construir un soporte que mantuviera al sol alejado algunos
millones de kilómetros de la superficie no servirían de nada.
Porque la tierra continuaba rotando
sobre su eje, y el soporte anclaría al sol a una de las caras de nuestro mundo
condenándolo al fuego eterno; mientras que la otra mitad, la otra cara, se
hundiría irremediablemente, en la noche de los tiempos.
El final está cerca, muy cerca, y el
hombre, ese estúpido animal bípedo, no sabe cómo reaccionar. Seguramente pasará
las próximas semanas mirando el cielo, deseando con todas sus fuerzas quedarse
ciego antes de ver la muerte crecer a su alrededor.
4 comentarios:
"La Penúltima Verdad" siempre será la de P. K. Dick.
Saludos a tod@s mis lectores habituales y perdón por carecer de tiempo para visitarlos a todos como se los debo.
Suerte!
J.
Uuuuuh, hace siglos leí esta novela! Recuerdo que me impresionó la sensación de "mito de la caverna" y cómo se repartían el mundo dos bandos elitistas. Vaya recuerdos!
Un abrazo, no te preocupes por las visitas, ya vendrás cuando puedas, café hay.
Caramba, es mortífero el asunto. No sólo un montón de tiempo perdido que pudo ser aprovechado en derretir y rearmar pescaditos de oro, sino que nos quemaremos todos por una lámpara que cae. Me acuerdo del Rey León con aquello de 'seguro son luciérnagas pegadas en el techo". ¡Un abrazo! F.
angustioso final.
Saludos,
Publicar un comentario