jueves, 31 de mayo de 2012

Penoso, penoso pasar


Estaba harta, cansada, aburrida y, también, un poco enojada por todo en general y nada en particular. Era simple: no le interesaba continuar allí, encerrada, enjaulada. Como esos animales en los zoológicos que todo el tiempo recorren sus jaulas de un extremo al otro porque están acostumbrados a las grandes extensiones y ese encierro resultaba similar a un castigo sin final para ellos.
Ella no era una bestia salvaje, por lo menos así lo creía. Pero se sentía prisionera en esa casa, en ese departamento amueblado de más y recargado de adornos, con la televisión y la radio encendidos en la misma habitación durante el día y a la noche a pleno volumen, con las luces siempre encendidas, porque cuando terminaron de construir el mega edificio de la vereda de enfrente, descubrieron que los muy guachos taparon la luz del sol que antes inundaba los ventanales.
Los gritos de la televisión, obviamente, eran para evitar la conversación. No se puede hablar de otra forma que no sea gritando más fuerte que ese condenado aparato para hacerse oír. Ni siquiera podía pedir la sal en medio de la cena que siempre había en la pantalla un culo nuevo, siempre más importante que el suyo, para ver.
Pero los gritos iluminados de rayos catódicos eran ampliamente superados por los gemidos de la pendeja del departamento contiguo. Las paredes eran de un yeso tan fino que si se empujaba con mucha fuerza con el pulgar se podía abrir un agujero. Y la piba que vivía pseudo-pared de yeso de por medio, se cansó de quejarse a la administración y en las reuniones de consorcio por el volumen de los ruidos atroz, por lo menos después de las ocho de noche como manda la reglamentación.
Una sola vez le comentó por dónde se pasaba la reglamentación del edificio.
Y la muy puta, en respuesta, se grabó un disco de noventa minutos de ella misma gimiendo como si estuviera en una orgía con seis o siete africanos. Llega a la casa y ya pone el disco, repitiéndolo una o dos veces, dependiendo de su humor. Y no se puede ni cenar escuchando ese tipo de grabaciones todo el tiempo. Suponiendo que sea una grabación, claro. No podría ser de otro modo.
Claro que eso es secundario. Sin la televisión no habría gemidos. Sin ninguna de esas cosas quizá habría un poco más de diálogo en las habitaciones siempre mudas de verdaderas palabras del departamento. Pero, aún así, no dejaría de sentirse presa, enjaulada, como si no perteneciera allí. Incómoda en su propio lugar, desplazada hacia un segundo o tercer plano de existencia, como un florero más.
Porque si hay algo que nunca le gustó, eso son los floreros.
No reconocía su reflejo en el ventanal cerrado, ese cuerpo no era el suyo. Los surcos en el rostro, los ojos hundidos, las ojeras, el semblante de la derrota. Era imposible que fuera la misma persona que al terminar la secundaria fuera elegida la alumna de mayor proyección profesional por sus calificaciones. ¿Dónde habían ido a parar esos sueños e ideales? ¿A una habitación llena de gritos ajenos rodeado de gente para quien es un poco menos que una desconocida?
La bestia crece por momentos y, si ella crece, la habitación-jaula se torna más pequeña.
Definitivamente, de seguir allí acabaría muerta o algo peor.
Se acercó sigilosamente a la puerta de departamento, la abrió con lentitud, sin hacer ruido, y con voz pausada dijo claramente:
—Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo.
Pero ni la televisión, ni la radio, ni las luces encendidas, ni los gemidos de la vecina atendieron a su susurro.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buena historia!!! La opción correcta: salir corriendo cuando todo no vale nada. Y buscar aquello que si lo valga. Sino para que estamos en este mundo?

Hace rato que no pasaba! Complicaciones diarias, tu sabes...

alear dijo...

tenia tiempo sin pasar por aca!
muy buena la historia.. como siempre por supuesto :)

que estes bien, besos! :*

Anónimo dijo...

Vaya tela tener una vida así, rodeado ya no sólo de la TV, que atonta, sino en ese caos de ruido.

Lo que me sorprende es, que ella al final tiene pareja, es decir a una persona a su lado, creo que lo entendí así, y a pesar de ello no puede vivir o no pueden crear un ambiente de tranquilidad, sosiego.

Enhorabuena por el relato José, hay frases muy logradas que atrapan al lector.

Un abrazo.


PD: madre mía, llevo cuatro intentos para poner los caracteres, cada vez peor, de verdad es necesario hacerlo así? Yo llevo muchos años con mi blog y nunca he necesitado habilitar esta opción y nunca he recibido comentarios raros.

Mista Vilteka dijo...

Es cierto, esto de 'tal o pascual tiene un gran futuro' es sólo una proyección de lo que quisiésemos que fuese. Y los recepteros de tales deseos son felices pensando en ese futuro que bien puede no llegar a ser. Yo grabaría, de ella, mis gemidos para opacar los ajenos. Al menos, una competencia abriría algo de entretención al apartamento.

¡Me ha gustado mucho!

Un abrazo.

F.

Martha Barnes dijo...

Todo lo que nos das para leer ,me interesa,algunas veces me hace reír otras me ponen triste.Significa que nos llegás como escritor. Cariños Martha.

María dijo...

Un placer venir a leer tu relato, siempre enganchan tus letras.

Un beso.

Esilleviana dijo...

La idea de la vecina también me pareció muy original, así como molesto... qué repelente y aterrador debe ser tener unos vecinos insistentes e incordio!.

un abrazo.