martes, 3 de abril de 2012

Epitafio


En mi pasión desmedida por recorrer cementerios, para admirar su arquitectura, para fotografiar la innumerable sucesión de lápidas en ascenso hacia la colina central, he encontrado muchas cosas. Algunas sorprendentes e inauditas, otras sumamente desagradables, incluso algunas indignas incluso para los mismos muertos.
Mi peregrinar por los camposantos comenzó el día que agoté la bibliografía sobre el tema y noté que, a pesar de todo cuanto se había escrito sobre la muerte, los muertos, su destino y la transmigración de las almas, se sabe realmente muy poco acerca de lo esencial del tema.
Nunca nadie escribió, hasta el momento, sobre los motivos para morir.
Soy conciente que esto llamará la atención de muchos, pero creo fervientemente que si el hombre muere no lo hace porque sea ese su destino final, el regalo que recibiera de Ilúvatar, ni un don del más allá. Al contrario. Si el hombre muere es por su propia decisión.
Esto puede ser por culpa del fastidio, el cansancio, el aburrimiento, la enfermedad, la ignorancia, la religión (casi todos sinónimos de ésta última, lo sé), entre otras cuestiones similares. Pero no está escrito en el destino de la especie el que la vida deba, irremediablemente, poseer un punto final.
Por otro lado, no tengo dudas de que la respuesta al motivo oculto por el cual deciden los hombres morir, se encuentra en los epitafios de sus tumbas.
Pero no en cualquier epitafio, no, por supuesto que no. De ser así habría sido más fácil percatarse de estas cuestiones. Debemos saber decodificar esos mensajes cifrados que poco tienen de azar, de humor y de frase hecha, aunque así quieran disimularlo; solo revelando lo que en verdad se dice, y lo que no se dice, en un epitafio, conoceremos los motivos de esa muerte en particular.
Los pocos cultores de éste arte que aún persisten, saben que el epitafio es el último gesto de su personalidad; la demostración de que han sido ellos y no cualquier otro quien ha caminado sus pasos, disfrutado de sus placeres y vivido su vida.
Es sólo que el de los epitafios es, casi, un arte extinto. Se lo debemos a la frivolidad de los jardines de paz, el mármol en desuso por su alto precio, y las placas de bronce que no son de bronce, por no decir que no siempre se cuenta con la frase indicada en el momento adecuado. El último milenio se conforma con el nombre y un par de fechas, nada más. En los entierros del pasado se encuentran las verdaderas fuentes de la sabiduría. Es por eso que las lápidas y tumbas cada vez más despojadas facilitan mi labor de búsqueda.
Una de las claves para fundamentar mi trabajo creo haberla descubierto el día que penetré en el olvidado rincón del oeste del cementerio del monte y, entre pantanos y malezas, encontré el panteón de los pensadores de antaño. Una ruina que en las antiguas guías de viajes solía cambiar de ubicación siguiendo las modas veraniegas, pero que, era sabido, se hallaría en un sitio puntual.
De las lápidas allí reunidas, sólo unas pocas eran legibles. Y de estas, algunas estaban escritas en caracteres incomprensibles, lo que parecía ser otro idioma sin relación con el neocriollo ni el esperanto actual.
Sólo una lo estaba en español tradicional, labrada en una roca con grandes caracteres romanos como los de antaño. Las palabras que allí encontré le dieron un nuevo sentido a mi existencia. Porque si alguien puede decir de sí mismo que Amaba tanto soñar que un día ya no quiso despertar, ¿qué nos queda para nosotros más que abandonar nuestras cadenas y pesares para correr, con desesperación o no, en pos de algo que soñar con tanta dedicación?
¿Qué nos queda?
Pues nada.

6 comentarios:

La sonrisa de Hiperion dijo...

Quedarnos? nunca nos queda nada.

Saludos y un abrazo.

El Titán dijo...

hermoso...
me lo llevó para Breves no tan breves...

David Cotos dijo...

Excelente post. Y muy reflexivo, en verdad yo también pienso que nosotros decidimos morir.

Esilleviana dijo...

"Aquí yace Molière el rey de los actores.
En estos momentos hace de muerto
y de verdad que lo hace bien."

Epitafio de Moliére.

yo creo que en mío señalaría:
aquí yace una más.

"No se puede volver atrás
porque la vida te empuja,
te sentiras acorralada,
tal vez querrás no haber nacido.
Pero tu siempre acuerdate de lo que un día yo escribí, pensando en ti, pensando en ti...".

un abrazo
:))

Manco Cretino dijo...

Genial... pero me quedo con la más común de las acciones humanas: ¡soñar despierto! Que pasen los apurados, ya los alcanzaremos el día que dejemos de soñar.

Rochies dijo...

reducidos a dos fechas, quedaremos...
una la conocemos desde siempre; la otra: puro azar o como bien decís, decisión.