sábado, 29 de octubre de 2011

Grandilocuencia a domicilio


Te prometí que lo nuestro no sería fácil. Sé que lo dije varias veces porque me gusta repetirme; más que nada cuando la sentencia me causa tanto placer al pronunciarla. Por eso mismo, no te esfuerces en negarlo.
Desde que era bien pequeño, en el profundo vientre de mi madre, oculto a las miradas conspicuas de adulones y farsantes, lo supe. El mío sería un destino glorioso. Pero sólo lo haría para alcanzar el bien más preciado de todos.
Sólo que, al nacer, mi memoria no era tan activa, y muchas de esas decisiones se perdieron en los años de aprender a caminar y pronunciar palabras difíciles como tergiversación de la realidad.
Hasta el día en que te conocí, tierna amada mía, y lo recordé.
Mi propósito de ir desde lo inmensamente grande e inabarcable, hasta lo más pequeño de la creación. De lo macro a lo micro, como se dice ahora.
Primero conquisté el universo, volviéndome su dios.
Después dominé el mundo, utilizando las impías herramientas del reggaeton y el psicoanálisis.
Por último, dedicaré mi vida entera a conquistar tu corazón.
Ese es mi plan. Después no me vengas con eso de que nada sabías de cuanto me proponía.

6 comentarios:

José A. García dijo...

Lo que se dice: Todo un programa de vida.

Saludos a tod@s...

J.

Espérame en Siberia dijo...

Qué hermoso. Yo así estaría encantada de la vida.

Un besazo.

Torcuato dijo...

Muy osado tu personaje. ¿Como se atreve a decir que el corazón de una persona es menor que el universo?
Un abrazo.

Malena dijo...

El que avisa no es traidor. Sólo espero que cuente con armas más efectivas que el reggaeton.

Martha Barnes dijo...

¡Complicado el muchacho!Martha

Nelson dijo...

Espero que le vaya bien. ¿Para que querrá dominar el mundo?