lunes, 3 de octubre de 2011

37 noches


Treinta y siete noches, anotó en su cuaderno luego de arrojar al incinerador el frasco de pastillas para dormir.
Otro fracaso.
Los ojos rojos, venosos, cargados de cansancio y aburrimiento, lo miraron desde el espejo. Era humanamente imposible permanecer tanto tiempo despierto. Era ridículo, tanto que ni los doctores le creían cuando regresaba a contarles que sus indicaciones no habían solucionado el problema.
Ni siquiera luego de leer el diario de su insomnio, como llamaba a su cuaderno de apuntes, creían en sus palabras. Es fraguado, mentira, puras patrañas, decían. Como si alguien en su sano juicio fuera a escribir tantas cosas sobre la falta de sueño, la soñolencia, la pérdida de los reflejos y la vaguedad de los recuerdos.
El catálogo de remedios con melatonina artificial no era suficiente; los químicos, las pastillas, eran tan inútiles como el ibuprofeno 400 para el dolor de cabeza.
Treinta y siente noches insoportablemente largas, insípidas, repetitivas, regadas con litros de leche tibia, largas lecturas de historia medieval y música clásica. Evidentemente nada había surtido el efecto buscado.
Ni siquiera el pasar horas y más horas acostado en la cama, con los ojos cerrados y contando los puntos negros bajo los párpados.
Deseaba dormir. Lo buscaba con todo su espíritu. Pensaba sólo en eso.
Pero sabía que no lo lograría, que los sueños seguirían esquivándolo.
Por suerte, en su cuaderno, aún quedaban varias páginas en blanco que ansiaban verse cubiertas por su diminuta caligrafía.

12 comentarios:

Jorge Maseda dijo...

Te agradezco 37 veces
textos como éste.

Me ha encantado
este "insomnio" en prosa.

Un abrazo

Espérame en Siberia dijo...

Ufff, menos mal.

Martha Barnes dijo...

¡Pobre ,no poder dormir es realmente una tortura!Suele pasarme,entonces me levanto,tomo unos mates y prendo la TV...¡Santo remedio!!!! Saludos

Martha Barnes dijo...

¡El remedio es levantarse,tomar unos mates , prender el televisor y con tan buenos programas, el sueño se hace presente sin duda!Saludos Martha

Luna dijo...

Nada peor que las noches en blanco.


Besos

Esilleviana dijo...

"Sonó un reloj en la desierta casa.
Alguien dijo mi nombre y apellido.
Nombrado me sentí por vez primera.
No es de ángel o amigo lo que pasa
en esa voz de acento conocido…
… A alguien sentí subir por la escalera…".

afortunadamente "en su cuaderno, aún quedaban varias páginas en blanco…", creo que se llega a una edad en la que el sueño no es tan necesario.

un buen post.
otro abrazo

Noelia A dijo...

Bueno, debería comprarse otro cuaderno, urgente... El letargo suele traer un sueño irreversible, a veces es preferible estar alerta.

Todavía hay cosas por decir, así que páginas en blanco debe haber...

Un beso

Pazchi dijo...

Qué lindo número, 37.
Quizás había ofendido a Morfeo (el de Neil, claro)



Un placer pasar por aquí
Otra hija del insomnio

loleta dijo...

brillante, 37 veces brillante.

Malena dijo...

Las peores noches de mi vida las pasé muerta de sueño, pero sin poder pegar un ojo, cuidando a mi hijo. Es tremendo.

eMiLiA dijo...

El insomnio! Uff, espero no caer nunca en sus garras.

Gracias por el beso. Te dejo otro.

efa dijo...

Je, comulgo con los finales a los que les quedan algunas hojas en blanco.