viernes, 30 de septiembre de 2011

El camino de la Torre


La pobre niña, huérfana de madre, ausente de sentimientos y carente de amor propio, nació enferma. Hay quienes aún cantan que fue ésta enfermedad lo que hizo morir a su madre, que consumió su vida en el esfuerzo inútil de verla nacer. También, hay quienes dicen que fue su padre quien la mató al ver a la criatura recién nacida.
Nadie está de acuerdo en el destino de la madre, si, en cambio, en el de la niña.
La vanidad del padre era propia de un Caballero de Alta Estirpe, a la que no pertenecía; propia de un Rey de lungo reino, del que carecía; de un Emperador con poder sobre los suyos, con el que soñaba; esa vanidad lo empujó a construir la alta torre en medio de la nada, entre árboles resecos y lechos cochambrosos.
Construyó una habitación en lo alto e hizo quitar todas las escalas y tapiar la única entrada con rocas y mortero no sin antes abandonar en las alturas a la niña y sus dos nodrizas con claras indicaciones de no atender a los ruidos ni a los llamados que pudieran llegar desde el exterior.
Los rebosantes senos de las jóvenes nodrizas alimentaron a la niña un tiempo; unas semanas tal vez, un poco menos quizá. Pronto dejó de oírse su llanto, reemplazado brevemente por el grito desesperado de las mujeres desgarradas, en igual medida, por el hambre y el deseo.
Pronto ya no llegó sonido alguno desde la solitaria habitación de la torre.
Años de guerras más tarde, otro de los tantos ejércitos que asolaban la región, de otro rey menor y sin feudo, atacó la torre abandonada creyéndola la atalaya de algún inexpugnable castillo. Sólo encontró, en la alta y tapiada habitación, un cuerpo diminuto y enflaquecido por la muerte, con una larga cabellera dorada que cubría un rostro de dientes afilados, como de animal; el cuerpo de una niña.
Hay quienes dicen que utilizaron aquellos dorados cabellos ajenos al tiempo para reemplazar las cuerdas de sus arcos que, desde entonces, nunca erraron el tiro. Pero eso, claro está, es otra historia, de otra guerra, sobre la derrota de otro rey sin descendencia.

7 comentarios:

Malena dijo...

Rapunzel, loba niña.

Esilleviana dijo...

qué cuento tan bonito!
al empezar a leerte he pensado en el suceso de la mujer embarazada que murió abatida a tiros por un perturbado en la iglesia, logrando salvar a la niña que llevaba en su interior.
es como si esa niña hubiera crecido y relatases la biografía de su existencia. La niña frágil creció, abandonó su cuerpo en la habitación de esa torre y se convirtió en una mujer fuerte y segura...

me gustó este cuento.

un abrazo

Martha Barnes dijo...

Las narraciones son muy atractivas. Martha

Caro Pé dijo...

desde entonces no erraron nunca un tiro.
cuánto misterioooooo...
saludos!

Torcuato dijo...

Este micro tiene el sabor de los antiguos cuentos. Me encantaría saber como sigue la historia.
Un abrazo.

José A. García dijo...

Gracias por sus comentarios.

Algunos textos tienen más de una interpretación posible, y las de ustedes siempre hacen que me de cuenta de lo que no estoy viendo.

Saludos a tod@s

J.

Bla dijo...

Sin dudas mi preferido, así se crían las harpías, salvo que éstas últimas desarrollan alas, tienen la magia del cambio de aspecto, se casan, engendran más harpías, se tornan en viejas brujas, etc.