sábado, 3 de septiembre de 2011

El Evento


La medianoche avanzaba con su tranquilidad habitual, sin que nada, ni nadie, la perturbara. Entre el silencio y la quietud, la calma y la tranquilidad, era claro que algo estaba preparándose para suceder. Algo terrible, sin dudas; algo trascendental que marcaría el rumbo de la existencia futura.
Podía sentirse en el aire.
Sobre los diminutos cantos rodados que yacían, como arrojados al azar formando una pila en un rincón de la callejuela, la luz mortecina de las lámparas de bajo consumo apenas espantaban la oscuridad de tanta noche.
El trascurrir de los instantes se relajaba, se estiraba en esa nada que envuelve a la vida y que algunos llaman sueño; ese vacío de oscuridad en la que la fantasía se torna posible y la realidad luce un poco menos avasalladora. La tensión inundaba el ambiente; podía palparse como algo pesado, que no se decidía a ser pero, con su sola posibilidad, lo cambiaba todo.
La calle silenciosa, dormida al igual que el resto de las cosas y de las casas, no esperaba nada. Aún así, algo acabó por suceder sin que la unión de las fuerzas que rigen del universo pudiera hacer algo para evitarlo. O quizá a causa de ellas.
De la inerte pirámide de piedras grises y frías, una de ellas, la más pequeña e insignificante, se desprendió y rodó, hasta la mitad de la oscura y solitaria calle. Allí se quedó, agazapada entre los adoquines, tan oculta que nadie la vería a menos que decidiera buscarla con ahínco y decisión.
Es más sencillo esperar lo inesperado de quien menos lo siente que ansiar la respuesta de quien debe darla; dicen que pensó la piedrita que cayó. Otros dicen que las piedras no piensan, porque son objetos inanimados, como la mayoría de los humanos.
Por mi parte, me es por completo indiferente.

11 comentarios:

José A. García dijo...

Mis queridos lectores:

No los he abandonados. Pero la estafadora, inepta, mentirosa, falsaria e inoperante compañía de teléfonos Telecom Argentina, sigue sin solucionarme el problema que, desde hace un mes, me dejó sin conexión. Eso sí, las facturas para pagar siguen llegando.

Saludos a Tod@s.

J.

Thor Maltes dijo...

Tranquilo que, a pesar de las ausencias, siempre tendrás cerca a tus lectores fieles.

Esilleviana dijo...

Realmente es difícil encontrar una explicación a las pequeñas cosas inesperedas que nos encontramos en el camino y que de repente pueden cambiar nuestra vida. Estoy pensando en un accidente. Qué fuerzas originan y crean tal acontecimiento...

Es más sencillo esperar lo inesperado de quien menos lo siente que ansiar la respuesta de quien debe darla.

espero que al menos puedas tener conexión de internet pronto, ya que las facturas son puntuales y la compañía no rescinde el contrato??
que se solucione cuanto antes tu problema.

un abrazo

Espérame en Siberia dijo...

Es más sencillo y más sensato.

Un abrazo.

Malena dijo...

La calma que antecede a las tormentas.



Aunque las piedras no oyen ni pueden ver
Todas sollozan:”Recuérdame. Recuérdame”

Nietzsche

Malena dijo...

Perdón, la cita es en realidad del libro El día que Nietzche lloró.

Caro Pé dijo...

A las piedras mis gritos las hacen temblar! wau! No sé si piensan porque se ven tan hieráticas y eternas. Insomnes, severas. ("Iluminadas y eternas, enfurecidas y tranquilas) uy! Perdón, te arruiné el post con el infeliz que canta eso.
Saludo, y disculpas again

vientos de cambio dijo...

los sueños las piedras las pirámides y el unvierso.
lo cotidiano. el salto puede darse un lunes a la mañana.

impecable. gracias

s.-

Mixha Zizek dijo...

Al final muchas cosas inanimadas pueden significar más que otras en apariencia más significantes.
O siemplemente lo más duro puede ser lo más sensible. Me gusta tu relato, besos

Noelia A dijo...

Parece una alegoría de la vida humana, un evento importante para un sujeto equivale a una piedrecita que rueda si se lo compara con la montaña de piedritas de que está hecho el mundo.

Un abrazo

serafin p g dijo...

con este relato se me ocurre imaginar, las historias habrán contado las piedras que tire con la honda de pibe.
lindo relato josé!
saludos