Finalmente ocurrió lo que temiera durante
incontables años. Si. A pesar de su aislamiento supino y de encontrarse alejado
de la realidad, la sociedad y los programas de cocina en la televisión,
sucumbió al peor de los males.
Por suerte, vamos a decirlo así
aunque no sea en lo más mínimo una suerte, sucedió de pronto, de un día para el
otro. Nada de gradualidad, ni de dolor interminable e imposible de soportar.
Nada de eso. Su convalecencia duró una noche de profundo sueño en el que imagen
alguna perturbó la negrura de su mente.
Rápido, certero, indoloro,
irreversible como el avanzar del tiempo.
Se recordó un día y ya no pudo hacer
lo que tanto le gustaba, lo que aprendiera a amar.
Luego de un desayuno frugal, ligero
y casero, se dispuso a leer hasta el mediodía, para sacarle el máximo provecho a
la mañana, al día, a la vida. En medio del silencio humano y con el fondo
rítmico de la naturaleza se sentó junto a la ventana. Como cada día de los
últimos años, cuando decidió exiliarse con su colección de libros completa a un
clima más propicio para la introspección.
Una zona sin cámaras de vigilancia
en cada poste, tronco o arcada; sin minimercados en cada esquina; sin bocinas
porque allí no llegaban los automóviles. Tan sólo con lo justo y necesario para
sobrevivir, sin radio ni televisión, de la misma forma en que pasaran la vida
los hombres dos generaciones antes que él, se encerró en su particular retiro.
Y fue feliz, por supuesto,
descubriendo y releyendo obras que nadie más que él conocía. Fue realmente
feliz, sí.
Hasta ese fatídico día en que
despertó para descubrir que no podía leer, que no recordaba cómo se hacía, que
no podía reconocer las palabras.
Entonces su vida perdió sentido.
Entonces se quitó la vida.
Solo, en medio de su retiro, como
siempre supo que debería hacer el día en que la estupidez humana, por fin lo
alcanzara.
15 comentarios:
Muy bueno el texto, me hizo reordar a mi padre que tiene azheimer, una vez escribí sobre su memoria... Es terrible olvidar todo y perder la memoria y ya no poder hacer nada, excelente post, besos
Leí sobre tu intercambio, claro que sí, ya lo hablamos, será un gusto conocer más tu escritura.
IN
CRE
I
BLE
José, me ha encantado, escapada al ser humano, (y del ser humano) de
su "contagio" y estupidez.
La fluidez del texto, el desarrollo y las imágenes que transmites son dignas de un verdadero escritor,
me ha ENCANTADO (voy a recomendarlo) Un placer tu visita, te sigo.
La estupidez, eso sí que lo desarrolló bien nuestra especie ;)
Un abrazo.
Mery.
El amor por los libros está a la vista, que pena que la estupidez nos alcance a veces...
Volví a leerte. Espero hacerlo más seguido, hace bien al alma hacerlo.
Cariños!
No pudo leer más:(, tragedia para este pobre hombre.
Cambiando de tema, cómo cuesta aprovechar la mañana muchas veces. Se te vá muy rápido.
Cambiando de tema 2, hace varios años leí un libro "El Homo videns" donde habla de como la preponderancia que está teniendo la imagen en las comunicaciones , en los mensajes, hace que el hombre corra el riesgo de perder la capacidad de abstraer. ;( TREMENDO.
Por eso el libro tiene que seer nuestro aliado.
Abrazo
No podemos bajarnos del tren, nos guste o no estamos en él
sugerente relato,un saluodo¡¡
El día que nos demos cuenta de las cosas antes de que pasen será el final de los dias. Gracias por tu visita. Saludos!
La estupidez es la forma más fácil que tenemos de justificar nuestra ignorancia.
saludos nene.
Puedo entender su desesperación. Debió haber sido terrible.
Mucha luz.
Para mí, este ha sido el mejor de los textos que has dejado en tu blog. Agregar algo más es como mucho.
muy ágil Sr, algo en el relato me recordó al espíritu de casa tomada.
Salud
Terrorífico.
Te decía, José, en el coment que no se publicó porque este servicio de blogger anda para el diablo, que hay dos tipos de analfabetismo: uno que implica el desconocimiento del código lingüístico, y otro que refiere a la interpretación y comprensión de los textos (el analfabetismo funcional). Este último es más difícil de medir y no figura en los índices estadísticos. Es un verdadero terror.
Quizás a tu personaje lo haya alcanzado esta plaga.
Un abrazo
Gracias a tod@s por sus comentarios.
Noelia: El analfabetismo funcional está haciendo estragos en el profesorado...
Saludos
J.
Me vienen a la mente aquéllas palabra de Borges, en las que dice que el olvido es una forma de memoria. Sólo que a nuestro personaje, tal consecuencia le resultó insoportable.
Saludos, José.
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