miércoles, 20 de julio de 2011

Muralla


El Emperador Celeste así lo dispuso.
Las rocas fueron llegando, los árboles se fueron talando, las aldeas se incendiaron. Sólo una línea de fortificación, continúa, de mar a mar, mantendría alejada a la muerte.
La misma que, se dice, sintió miedo al ver el comienzo de las obras, y se retiró, rauda, a su dorado refugio por sobre las montañas. A pensar qué hacer, a mirar de reojo a los hombres. A lamerse las pezuñas ansiosas.
Las hordas de invasores chocaban contra el muro infranqueable. El Emperador reía y reía, cada vez más fuerte. Los mongoles pedían permiso para cruzar las puertas. El Emperador reía y se volvía cada vez más viejo. Lentamente la construcción fue avanzando.
Cruzó ríos, subió montañas. Mientras tanto, la muerte recuperó los juegos de antaño. Revivió del pasado pestes que nadie recordaba.
Hubo otro emperador.
Luego hubo otro.
Y luego otro.
Y un quinto, al final de la dinastía.
La muralla seguía creciendo, cicatrizando la tierra herida con el fuego del mongol, abonándola con sangre. No había alcanzado ni uno ni otro mar. Pero la fuerza que movía las inmensas rocas, que llenaba todos los huecos con tierra apisonada, continuaba allí.
Hubo una dinastía.
Luego hubo otra.
Y luego otra.
Hasta que llegó la última dinastía.
Cuando los reinos combatientes descuidaron la construcción y las riquezas menguaron, los campos ardieron y ni los súbditos ni lo líderes tenían qué comer.
Fue entonces que, con el mismo sigilo con el que se había acercado poco a poco, paso a paso, la muerte volvió del norte, sin que muralla alguna pudiera contenerla como dique alguno contiene la inundación del río del deshielo.

7 comentarios:

Mixha Zizek dijo...

Me gusta este relato, porque guarda algo de misterio, besos

Me encantó

vientos de cambio dijo...

el hueco en la pared, la luz que pasa.

el reseteo

Pazchi dijo...

Un tema conocido, una hipótesis que me encantó.

Siempre un gusto.

Pazchi

serafin p g dijo...

una visita
un bello texto
un placer
un comentario
y un saludo!

José A. García dijo...

Mixha: Si no hay misterio, nada en la vida tiene sentido.

Vientos de Cambio: El viento se que cuela por la rendija...

Pazchi: El hombre se repite a sí mismo, en todo tiempo y lugar.

Serafín: Muchas gracias.

Saludos y gracias a tod@s.

J.

Noelia A dijo...

La muerte es la gran demócrata, iguala a todas las criaturas.

Lluvia azul dijo...

Tu cuento-lacónico y de intenciòn formal muy vàlida-me ha recordado "proceso y retroceso" de Cortàzar, publicando en Historia de cronopios y de famas. Gracias por pasar a mi blog. Saludos.