lunes, 11 de julio de 2011

Intrínseco


Con un viejo atizador removía las brasas, desde lejos, apoyándose en un incómodo tronco, viendo crecer y morir las llamas, sintiendo las chispas caer sobre su piel sin darle importancia. Absorto en su pensamiento, tan perdido en su profundidad que ni cuenta se daba que estaba solo, que los demás se habían ido, uno a uno, arrastrados por el aburrimiento, el tedio, la desesperación o algún sentimiento particular.
Las razones se encontraban más allá de su interés, él tenía otras cosas en las qué pensar, en las que concentrar su voluntad. Claro que, eso también, se encontraba en un segundo plano. Ahora solamente miraba las llamas con la mente tan en blanco que sería incapaz de decir, siquiera, cuál era su nombre.
Golpeaba los trozos incandescentes de las brasas mientas ardían, sin inmutarse, sin siquiera mirar lo que hacía. Dejándose llevar por el pensamiento, aún cuando esa palabra le resultara extraña. Creyendo, más bien, que eran recuerdos, cosas pasadas, viejas, lo que su mente repetía, y no pensamientos nuevos.
Así como olvidara su nombre, olvidó llevar la cuenta de los días pasados en ese confín de la ladera. Ignoraba cuántos hombres habían llegado a ese mismo lugar, antes o después que él, a buscar algo, a esperar algo. A calentarse un poco en el fuego, a preparar un poco de comida.
Esas cosas no tenían ninguna importancia.
El grupo se desmembró poco a poco, un día se fue uno, sin decir nada. La noche siguiente se fueron tres. A los pocos días ya sólo quedaban él, las brasas y el atizador viejo y oxidado.
Golpeaba las brasas y veía las chispas flotar en el aire.
Aunque no fuera el primero ni el último en llegar, sabía que de los allí reunidos había sido el elegido, de alguna extraña manera, tal vez en medio de un sueño, tal vez de alguna otra manera, para permanecer en ese lugar alimentando el fuego. Jugaría con el viejo atizador hasta que el mundo llegara a su fin, hasta que su vida se acabara o hasta que recordaran enviar a alguien más para reemplazarlo.
No importaba, golpeaba las brasas y esperaba.
Eso no cualquiera podía hacerlo, y lo sabía muy bien.
Sí, lo sabía bien.

12 comentarios:

Caro Pé dijo...

Buscando en el fuego el propósito, buscándolo en la meditación con la mente incendiada.
Larga vida al fuego!

silvia zappia dijo...

hizo lo que sabía sin cuestionar al destino, sin pensar, sin sentir...

beso*

Antonio dijo...

Destino o sino... Tal vez responsabilidad... Si me voy se apaga el fuego...
Saludos

Jorge Maseda dijo...

hola y gracias por tu visita,
un texto excelente, por cierto,
me gusta (siempre me han gustado)
esas imágenes "encajadas". En
éste caso, las llamas, el hombre y el atizador, es muy difícil
encontrar la conversión en el desarrollo, pero tu, lo has conseguido... Uno, la naturaleza, otro, el gran dominador de ella,
el hombre. Luego la historia.
Se nota que tienes un Don y
lo demuestras a la hora de escribir. La fluidez y el desarrollo, son una exquisitez.
Un abrazo!

José A. García dijo...

Caro: Algo así, digamos. En lago hay que pensar.

Rayuela: Sin ser...

Antonio: Y si se apaga el fuego, quién sabe si algún día podremos volver a encenderlo.

J. Maseda: Gracias, muchas, por la visita y el comentario. Aunque lo cierto es que no creo que sea para tanto. Más que nada esfuerzo y dedicación de alguien que por ahora tiene tiempo para dedicarse a ello.

Gracias

J.

Noelia A dijo...

Si se apaga, no sé si baje otra vez Prometeo a dárnoslo.

Buen relato

Un abrazo

La sonrisa de Hiperion dijo...

Siempre un placer volver por tu espacio. Genial.

Saludos y un abrazo.

Espérame en Siberia dijo...

Todos los fuegos, el fuego.

eMiLiA dijo...

La paciencia es un don de pocos.

Abrazo!

Mixha Zizek dijo...

Este texto es un buen relato, me recordaste a Borgues. Excelente, abrazo

Anónimo dijo...

Tus cuentos muestran ya una voz y un mundo propios, José; desde La Puerta y sus Reinos, ésta cualidad es más que evidente. Te sigo leyendo con deleite e interés, tanto en tus blogs como en los libros que generosamente me hiciste llegar.

Gracias,seguimos en contacto. Un abrazo.

José A. García dijo...

Noelia: Es muy probable que no.

La Sonrisa de Hiperión: Gracias por la visita.

Espérame en Siberia: Todos, eso mismo.

Emilia: Y cada vez menos...

Mixha Zizek: ¿En serio? ¿Por qué?

Omar: Bueno, muchas gracias, ten en cuenta que ha pasado mucho tiempo desde que edite ese libro y comencé con éste blog.

Gracias a tod@s

Saludos

J.