Cuando comenzó, por supuesto, era difícil de
creer que fuera verdadero. Como cada nuevo misterio, la incredulidad es el
primer sentimiento que sale a flote. Y si el misterio persiste en sus secretos
y el hombre es incapaz de revelarlo, la irritación no tarda en aparecer.
Aunque al principio se lo catalogó
como una psicosis colectiva en la que los implicados creían ver espejismos
disímiles ocupando las ciudades, las casas o los campos; la imposibilidad de
encontrar alguna relación entre esas personas rápidamente hizo que se olvidaran
de dicha teoría.
El hecho determinante que dejó por
tierra las teorías psicológicas, naturalistas, revisionistas y fantasiosas, fue
el que la enfermedad se propagaba
rápidamente.
A las semanas de haberse registrado
los primeros casos, más de la mitad de la población mundial veía espejismos en
todo momento, en todo lugar, dormidos o despiertos. De seguro habría quienes
aprovechaban la breve histeria para faltar al trabajo o escaparle a sus deberes
tributarios; pero eran los menos.
Los Centros de Recreación, Deporte, Sexualidad
Reproductiva y Salud, se vieron tempranamente desbordados. Con el recorte
presupuestario de las últimas décadas y el escaso interés profesional por dicha
área de la ciencia, tampoco contaban con personal cualificado para tratar a
tantos enfermos. Era una suerte saber que la enfermedad no era contagiosa, sino
que formaba parte de la biología humana.
En otras palabras, la población
entera se encontraba predispuesta a ver, sentir, experimentar y gozar de unos
espejismos que se tornaban más y más reales a medida que trascurría el tiempo.
El cerebro divergente se disgregaba. Los ansiolíticos creaban problemas
gastrointestinales y apatía sin dar la solución buscada. Las ilusiones, los
espejismos de esperanzas o desastres, continuaban allí; para peor, se multiplicaban
con cada nuevo hombre, o mujer, que caía en sus garras.
Desde entonces, cada uno/a vive en
su versión de la realidad, en su mundo particular, y la sociedad no es más que
el recuerdo de un mal viaje que tiende a diluirse en el pasado.
Es más, sé muy bien que esta sala de
conferencias, parecida al aula magna de una vieja universidad, así como ustedes
que me escuchan (o me leen) atentamente no son reales, sino que son fruto de mi
imaginación. Más que nada porque nunca habiendo aprendido a hablar, mucho menos
sé escribir.
10 comentarios:
Espejismos como en la caverna de Platón.
Cada cual en su mundo, y la tecnología parece que está haciendo el efecto contrario al que se suponía.
Buen relato
Un abrazo
Como siempre se ha dicho la realidad supera a la ficción, pero puedo acotar que la ficción a veces revasa las expectativas del sujeto real.
Me enacnta el devenir que hay en tu historia. Es como sentir que estamos dentro de una bubuja y de allí nos están observando, besos
me he dado un vuelta por tu blog y me gusta el ambiente que se respira por aqui.
Te incluire en mis espejismos, hace años que estoy enfermo,( no se si nunca estuve bien)
un saludo
Estupendo el post que nos has dejado. Siempre un placer.
Saludos y buen inicio de semana.
La publicidad está cada día peor.
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Muá.
Estupendo texto, José.
Vivimos un espejismo desde hace milenios.
Un abrazo.
Vigile sus espejismos amigo,le llevarán a altas cimas o a miserables fracasos.
Un saludo
¿Será que la vida es una ilusión que dura más de lo normal ?
Reiterando lo que han dicho aqui, la realidad supera a la ficción, pero no pueden vivir separadas.
Noelia: La tecnología no tiene la culpa, la culpa es totalmente del hombre por no saber usar los frutos de sus creaciones. La tecnología no es ni buena ni mala, simplemente es.
Mixha Zizek: Hay cámara de video en todas partes. Yo siempre me sé observado, y actúo en consecuencia.
Klee: Gracias por la visita, y si te gustó lo leído mejor, de otro modo no tendría sentido escribir tanto.
La Sonrisa de Hiperión: Gracias.
Hombre de Neanderthal: Más invasiva, si.
Espérame en Siberia: Por supuesto, no pensemos tan mal de nuestros congéneres.
Torcuato: Vivimos en espejismos desde que nacemos.
Daniel Sánchez: Los fracasos, cuanto más miserables, mejores. O eso dicen.
Tho Maltes: La vida es una ilusión mediatizada por las horas que pasamos frente a la televisión, el monitor y el celular.
Saludos a tod@s
J.
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