El techo de la casa estaba en llamas. No había
otra explicación para el extraño fenómeno. La pintura de las paredes goteaba
desde las alturas, cayendo sobre el suelo, manchándolo, quemándolo,
arruinándolo definitivamente.
El revoque fino y grueso parecían sudar,
también. A tanto llegaría el calor sobre la chapa incandescente, que evaporaba
el agua seca años antes.
El calor resultaba intolerable,
asfixiantes, desagradable.
Y aún no era siquiera mediodía.
Los ladrillos comenzaron a bailar al
verse liberados de su prisión de cemento, arena y cal, amenazando con caer
sobre cabezas desprevenidas, sobre automóviles mal estacionados o deudores
fiscales.
Veía todo desde su asiento, en donde
una nube de humo de incienso le envolvía el cuerpo, como si una capa protectora
se tratase. Como si no tuviera nada más que hacer.
Pero las chapas, el techo entero, no
parecían a punto de desmoronarse al igual que tampoco las paredes parecían
interesadas en hacerlo; se mantenían estoicas en su sitio. Como un ridículo
techo de chapa que, en definitiva, era. Como una simple pared de ladrillos que,
mirándolo bien, era.
Sentía el lamido de las llamas, las
caricias de las chispas y el calor del fuego dorándole la piel sin decidirse a
seguir o no. Si quedarse o huir… si hubiera dónde huir.
Sintió nauseas, la respiración
agitada y dolor de cabeza, punzante, sobre la sien. No había nada que hacer. Las
llamas se volvían un solo ser con su cuerpo, acariciando lentamente cada uno de
los poros de su piel.
La mayor dificultad para escapar de
semejante situación era que, en toda la habitación, no había ni el más mínimo
rastro de fuego.
12 comentarios:
Difícil para los bomberos apagar ese incendio.
Saludos
Me gusta la entrada. El giro del final que lo vas anunciando casi con pequeños datos. Y das la vuelta al texto, todo estaba en su mente de tu personaje, excelente, besos
te pongo en mi blogroll pare seguirte el rastro +bs
La casa arde sin llamas
el tejado se mantiene sin paredes
y no tenemos donde ir
inquietante relato
un placer leerte
La vida está en llamas, lo raro es que seguimos erguido intentando no quemarnos.
Me gustó la parte donde el techo se mantiene sin paredes...da la idea que es la fuerza de voluntad lo que sostiene.
Abrazote, J
Que poco me gustan las llamas...
Saludos y un abrazo.
Ardia por dentro pero no había fuego, ni incendio que le provocara ese calor asfixiante. Hay determinadas circunstancias que nos causan esa sofocante e irrespirable sensación.
está muy bien descrito.
un abrazo
Gracias por tu visita y comentario. Siempre es muy agradable leerte.
un abrazo
Aaaah, usted siempre tan metafísico, my friend :)
¡Muá!
Las llamas nos llaman...
Original relato José.
Saludos
el fuego solo para mirarlo.
qué poco me gusta la idea del fuego en la piel.
qué poco me gusta la idea de saber que no hay salida.
besos
Noelia: Muy difícil, cierto.
Mixha Zizek: Todo está en la mente de alguien. Incluso nosotros, ahora mismo.
Klee: La peor parte: Y no hay explicaciones.
Mili: El llano ya estaba en llamas antes de que llegáramos…
La Sonrisa de Hiperión: A mi biblioteca tampoco le gustan las llamas.
Esilleviana: Cuando nada más te hace ‘’arder’’, lo único que te queda es arder vos mismo. Esa es la idea. Y Gracias por a doble visita.
Espérame en Siberia: Es para disimular mi materialismo acérrimo.
Caro Pe: Gracias…
Veronika: Nunca hay salida, o si, la hay. La salida es la misma para todos.
Gracias a tod@s
J.
Bien por el último giro del relato, lograste llevarme a través de lo que se cuenta.
Salud
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