—Tiene que ser una broma —dijo sorprendido por
lo que acababa de escuchar, que de tan ridículo resultaba increíble.
—¿Cómo se atreve a decir algo
semejante? —preguntó el viejo iniciador con la túnica de terciopelos rosa y la
bufanda de armiño anudada al cuello—. ¿Acaso osa burlarse de nuestros ritos?
¿Los mismos que ha jurado proteger con el secreto al ingresar a esta
habitación?
El joven propuesto para el rito de
iniciación no lograba salir de su asombro que ya caía en él nuevamente mirando
a los reunidos en aquella extraña mesa con forma de herradura.
—Pero me esta pidiendo que me corte
una mano —dijo a los gritos y gesticulando con ambos brazos en el aire—, que la
introduzca ese microondas viejo y oxidado y la cocine durante… ¿Cuánto tiempo?
—Veintitrés minutos y cuarenta y
cinco segundos —dijo el iniciador consultando un librito escondido dentro de la
manga de la túnica pero que todos en la sala podían ver claramente.
—Antes de servirla en la mesa para
los otros miembros de la logia —completo el joven.
—Ese es nuestro rito de iniciación
más secreto, el último paso antes de ser miembro de pleno derecho de nuestra
logia. El nuevo iniciado debe consustanciarse con los miembros más antiguos.
Todos los hemos hecho al inicio de nuestra carrera dentro de nuestra preciada
logia. Usted ingresará en el grado más bajo, claramente, pero podrá ascender
sin inconvenientes; se lo ve preparado y capacitado para ello.
—¿Ah, si? —preguntó el joven con
ironía.
—Sin lugar a dudas —respondió el
iniciador.
—¿Entonces cómo es que todos ustedes
tienen ambas manos si han tenido que cortarse una para ingresar como ahora me
exigen que lo haga? No tiene sentido.
—Es el símbolo de la confianza. Los
hermanos dispuestos a sacrificar una parte tan importante de sí mismos, son recompensados
—habló, con voz reverberante el gran maestre desde su sitial en el centro de la
herradura y elevado como si se encontrara sobre una cátedra.
—¿De qué forma? —se atrevió a
interrogarlo el joven de manera directa aun sabiendo que aquello estaba por
demás prohibido.
—La mano cercenada vuelve a crecer —dijo
solemnemente el iniciador señalando al resto de las personas vestidas con las
mismas togas, portando las mismas falsas joyas, que él mismo portaba, que le
sonreían con suficiencia.
El joven propuesto para la
iniciación quedó boquiabierto mirando a los comensales que levantaron ambas
manos, sanas, saludables, con todos sus dedos. Se notaba en cada caso que
aquella mano que fuera sacrificada lucí aun color de piel diferente. Apenas
perceptible pero evidente, como quien usa un guante color piel pero de
diferente tono.
Su mano izquierda temblaba cuando
tomó entre los dedos trémulos de su otra mano el hacha ceremonial y la levantó
por sobre su cabeza midiendo el punto exacto donde caería el filo mellado y
oxidado por los años de sacrificio. Abanicó el hacha una, dos veces, para
asegurarse que, a pesar del temblor, la hoja caería sobre la articulación de la
muñeca.
—Claro que, por otro lado —lo
interrumpió el Iniciador cuando se encontraba a punto de descargar el golpe,
seco, directo, único de ser posible—, también aceptaríamos unas hamburguesas de
la casa de comidas rápidas que se encuentra en la esquina. Usted decide —agregó
sonriendo con malicia.
9 comentarios:
Logró sacarme una buena sonrisa este cuento.
Saludos!
A mi me dicen eso y se inicia Rita la cantaora... Vaya bromita...
Besos
Cita
Me encantó, sencillamente :)
un saludo y un abrazo.
jajaja que buena onda la logia!
Ya está, me actualice. Después no diga que no lo leo.
Un beso!
Jajaj, me hiciste reír y me hacía falta.
Abrazo!
Me hiciste acrodar de ese pasaje bíblico donde Dios manda a Abraham a matar a su hijo.
Jodón, el Señor. Como los de la Logia.
espera que hacienda de grado, jajajaja, le pedirán mas cosas extrañas!!! una docena de empanadas como mínimo.:P
¡Perfecto!
Genial, la verdad. Por lo menos, éstos son más cuerdos que el dios de Abraham.
Sin más comentarios...
Iñaki Aragón: Muchísimas gracias por su visita, mí estimado amigo. Nos estamos leyendo.
Cita: Algunas personas, simplemente, no tienen sentido del humor.
Mery Malaya: Gracias. Las cosas si no se entienden no tienen gracia.
Hatshepsut: Gracias, que bueno que te haya gustado y dado ganas de comentar.
Emilia: De nada.
Malena: Un jodón bárbaro, es cierto. Más en estas ‘’fechas’’.
Veronika: Y así sucesivamente hasta llegar a gran cocinero, digo, gran maestre…
Hombre de Neanderthal: Por lo que prometen se parecen bastante… ¿Qué hubiera pasado si no lo detenían a tiempo? Ahora nunca lo sabremos.
Gracias a tod@s.
Saludos.
J.
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