martes, 8 de marzo de 2011

Enfermedad


Destapó, apenas, la pierna, la única que le quedaba, para que comprendiésemos su mal. No hizo falta que hiciera más para convencernos. Era Sarna.
Era imposible saber cómo y dónde se contagiara. Él mismo lo ignoraba. Desde pequeños nos enseñan los cuidados necesarios para evitar las infecciones. Tanto nos repetían las lecciones que se volvían un mantra en los momentos de peligro, o de dolor.
Y siempre nos ayudaba a calmarnos.
Aseguró que nunca se descuidó, nunca, ni aún en esos momentos de locura que el hombre suele vivir. Lo acribillamos a preguntas, una tras de otra tras de otra, pensando que el error aparecería subyacente en algún rincón de su subconsciente y entonces sabríamos cómo contraatacar ante semejante predicamento.
Pero no hubo caso.
Su relato resistía nuestros embates.
Cuando no quedaron preguntas por hacer, ni respuestas por buscar, nos miramos con expresiones desahuciadas y trémulas que se negaban a creer en lo que nuestros ojos proclamaban como real.
Contemplábamos la materialización de nuestros temores, ahora puedo decirlo. Mas, en ese entonces, era imposible saberlo, porque confiábamos en las ciencia protectora y sus beneficios.
Una ciencia que había logrado, gracias a sus dogmas y axiomas, erradicar hasta la última enfermedad del mundo (siempre y cuando hiciésemos lo necesario por mantenerlo impoluto).
Sabido es que, ni siquiera en los mejores momentos de una sociedad, los pájaros de mal agüero nunca dejan de cantar sus malsanas predicciones. Pero eso es historia antigua ya, aún cuando no hace mucho del descubrimiento.
Porque hoy, en nuestro mundo libre de infecciones, enfermedades y necrosis, contemplamos al primer caso de una enfermedad autosustentada. Una enfermedad capaz de sobrevivir a los ataques de los antibióticos y medicinas más modernas. Una enfermedad capaz de devorar al hombre de la forma más dolorosa e inhumana posible.
Nos mostró su pierna enferma y supimos que, ese día, moría, junto con nuestra insigne amistad, todo un mundo basado en el error y supuestos sin comprobación posible.

8 comentarios:

alear dijo...

es lo malo de creer ciegamente en la sociedad.. y que triste es la enfermedad cuando ya no tiene cura...

besos :*

eMiLiA dijo...

Uh, esta historia me ha dejado pensando...

Siempre un gusto leerte.

:)

Un abrazo!

Pazchi dijo...

Noto un impulso fuerte hacia la ciencia ficción. Espero ver más =)

Un gusto

Pazchi

Geraldine, dijo...

nosotros contra bacterias y virus?...imposible...son mas vivos...después dicen que la naturaleza es sabia...

Caro Pé dijo...

Muy bueno el post y la conclusión final "todo un mundo basado en el error y supuestos sin comprobación posible."

Saludos;)

Sole dijo...

"Porque confiábamos en la ciencia protectora y sus beneficios".
Y si. Confiábamos.
Un abrazo.

José A. García dijo...

Chicavioleta Lunar: Lo malo es la sociedad, y punto. Hay que volver a las bandas caza-recolectoras, a la formas de vida pre-estatales, al amor libre… a la libertad…

Emilia: Gracias. La idea es pensar, y no dejarse llevar por la marea.

Pazchi: Ciencia hay poca, ficción en todos mis testos, incluso en mi biografía.

Geraldine: La naturaleza lo es todo, por eso no podemos derrotarla, ni siquiera doblegarla.

Caro Pe: ¿No es nuestro mundo así?

Sole: El hombre es el único animal, único animal que no aprende de sus horrores.

Saludos a tod@s.

J.

Noelia A dijo...

La medicina es así, trabaja sobre supuestos. Aún cuando lo tiene probado, no puede ver las evidencias a largo plazo, y ésas siempre terminan mostrando errores, fallas impensadas.