lunes, 3 de enero de 2011

Decisiones

Aún persistía el último eco, de esa reverberante voz, en el interior de su cabeza. Las palabras finales de la sentencia, el índice acusador señalando la acción pronta a realizar, el ceño fruncido, el enojo naciente. Nada quedaba por hacer salvo esperar a que se cumpliera el designio de un juez que, más que juez, había resultado ser parte querellante y acusadora de todos los males, de todos los tiempos, en toda la tierra.
¿Qué otra cosa podía hacer?
El tiempo se consumía, allí, en la celda, como la letanía del eco, de las palabras, del cautiverio, y la condena próxima a suceder. Sólo quedaba una escapatoria, una libertad. Un lujo de la vanidad.
Podía quitarles a los verdugos ese placer casi sexual de arrancar una vida con sus manos. Podía arruinarles la orgía de fastos si ponía fin a la espera antes de que llegara el día.
Es cierto, podía hacerlo, pero… ¿Sería capaz de atentar contra sí mismo para salvar su dignidad?

6 comentarios:

Noelia A dijo...

Cambiar verdugo por muerte autoinflingida, si no entendí mal, es la idea. Lo mismo es muerte, pero si no le queda mejor opción...
Hubo algunos verdugos que preferían,en tiempos lejanos, darles de tomar cicuta u observarlos abrise las venas.
En fin, nunca estuve de acuerdo con la pena de muerte, siempre me pareció que lo mejor es la cadena perpetua, que asesinar a un asesino (en el supuesto caso de que lo sea) no nos quita el cartel de asesinos, valga la redundancia.
Buen relato
Abrazo

Anónimo dijo...

Cómo me gusta la libertad. La libertad es poesía, es hermosísima y grande, irrepetible. Te leo y pienso en libertad, y en todas las veces que escribimos acerca de ella con amor, con asombro, con aflicción.

Todas las palabras justas en esta entrada.

Anónimo dijo...

extraño a los ketchups y su Filosofía del Vencimiento...

Anónimo dijo...

No hay que rendierse sin importar que, o las malas decisiones que se tomen en el camino, hay que aprender de ellas y listo.

Torcuato dijo...

Debería saber este pobre preso es que la libertad es suya.
Un abrazo, José A.

Anónimo dijo...

Posiblemente, sí.

Saludos, José.