miércoles, 26 de enero de 2011

Sin Texto


—¡Acá lo que hace falta es otra guerra! —exclamó, y para remarcar su postura golpeó con el puño cerrado sobre la mesa, haciendo sonar las cucharas y la porcelana china.
Los que compartían su mesa lo miraron en silencio, el silencio de la incomprensión, el silencio de la indiferencia, aquella que a veces puede distinguirse en algunas miradas.
Aunque, es probable que lo miraran porque su comentario no tenía nada que ver con el tema de conversación del grupo en las últimas horas. Era eso o el hecho de que solamente hubiera hablado antes para pedir su té de jazmín.
No miraba a nadie, solo al frente, como queriendo sostenerle la mirada al porvenir, para mostrarse estoico frente al mundo.
—Eso mismo —dijo para darle más sentido a la frase anterior, si fuese posible.
No era tensión lo que flotaba sobre la mesa, no era desconocimiento, sino fastidio. Fastidio ante lo que debían soportar cada vez que lograban reunirse y ese sujeto, tan correcto en sus formas y modales, acudía a las invitaciones.
Lo molesto eran esas frases que nada parecían tener que ver con nada. Que paralizaban las palabras y las cucharas en el aire los instantes suficientes para que lo escuchado cayera en el olvido.
Al instante siguiente, todo regresaba a la normalidad. Era molesto, si, pero, sin embargo, nadie se atrevía a dejar de invitarlo.

7 comentarios:

Noelia A dijo...

Hay invitaciones que se hacen por formulismo. Ultimamente me parece que la mitad (o más) de las cosas de la vida se hacen por formulismo, de manera automatizada. Se critica a espaldas.
Buen relato.
Un abrazo

serafin p g dijo...

que bien retratan tus palabras ese momento, rápido, pequeño, pero cargado de profundo contenido
saludos!

Nelson dijo...

Jaja, buen relato. Y qué personaje tan interesante.

José A. García dijo...

Noelia: Las críticas hechas a espaldas son el gran problema de la sociabilidad del hoy. Nadie se atreve a decir las cosas cara a cara, o cuando las hace las matiza aclarando que se trata de una broma. Y esto, claro, no sirve de mucho.

Serafín: Muchas gracias Serafín. Creo que los momentos más intensos también pueden ser los más pequeños.

Hombre de Neanderthal: Gracias. Este tipo de personajes, con la edad, se van haciendo más comunes en las reuniones ‘’sociales’’.

Gracias a tod@s.

Saludos,

J.

Anónimo dijo...

Hace tiempo ya, en noches de intenso cerveceo, escuché a más de un personaje de éste tipo decir cosas por el estilo.
Era, a su modo, insustituíble.

Saludos.

Torcuato dijo...

Esos vehementes impulsos serían las grietas por las que afloraba su personalidad, a través de una máscara labrada por el tiempo.
Un abrazo, José A.

José A. García dijo...

Omar: En Argentina también suelen escucharse tonterías como estas. Más sabiendo cómo acabó la última guerra en la que por deliríos de la casta militar, nos vimos envueltos...

Torcuato: Es cierto. ¿Habrá muchos más personajes como éste perdidos por ahi?

Saludos

J.