miércoles, 29 de diciembre de 2010

El interés no tiene medidas


—Pasó las tardes traduciendo un libro, de una lengua que no entiendo a otra que no conozco —dijo.
Al escucharle semejante comentario no dudé en que debía hacer lo que hiciera falta para acercarme. Pues son pocas las veces que se presenta la oportunidad de conocer a alguien capaz de hilvanar tan bellas historias como uno mismo.
Le invité un café, para tener tiempo de hablar. Pero dijo que no aceptaba otros estimulantes más que los que su propio cuerpo producía. Le dije de ir por unas hamburguesas, y caminar un par de calles juntos. Me rechazó asegurando que no estaba de acuerdo con la cultura dominante. Le pregunté entonces si quería ir a algún bar, a escuchar música, porque la irrefrenable necesidad de dialogar desbordaba mi ser. La naturaleza desbocada es la única música que puede apreciarse, comentó como al pasar.
Me quedaba sin recursos. Máxime cuando reconoció que la suya era la única filosofía que le importaba discutir; que el deporte era una pasión desenfrenada mal dirigida; que no bebía alcohol por las razones antes mencionadas; que no consumía drogas porque eran innecesarias para un intelecto que se conoce a sí mismo.
El último golpe, el clavo que terminó de cerrar el ataúd de mi desesperación, lo recibí cuando mencionó que los únicos amigos que necesitaba para pasar una buena velada eran los libros que atesoraba en su biblioteca.
Quedé anonadado ante tanta impotencia. Repasé todas sus negativas y mis ideas para descubrir que no se me ocurría nada que pudiera ofrecerle para que se quedara un tiempo más junto a mí.
—Se hace tarde —dije—, aún me espera la traducción que debo terminar. Pero —agregó mirándome por sobre el marco de sus anteojos—, puedo hacer la excepción de no trabajar esa tarde a cambio de unos momentos de puro placer.
Ni siquiera llegué a dudarlo, porque, ¿cuántas veces en la vida se presenta la oportunidad de conocer a alguien tan interesante?

6 comentarios:

Caro Pé dijo...

Bueno quiero que cuentes que pasó con lujo de detalles José.

pd:Happy new year!

serafin p g dijo...

hoy me ha gustado mucho el relato, así que solo te dejo un felicitaciones!

saludos e igualmente para usted! (refiriéndome a lo del 2011)

Noelia A dijo...

Los intelectuales no siempre son personas interesantes, al menos no desde los parámetros populares.
Buen relato
Abrazo

Joe dijo...

Eso te paso en serioooooooooo?, quien es quien es?, Ah re!

jlg

Nelson dijo...

NO hay nada como esos momentos de placer, que con toda certeza se saben placenteros para la persona, pero de los cuales, sin embargo, nada se sabe.

Anónimo dijo...

Caro Pé: En alguna entrada futura, seguro.

Serafín: Gracias por el comentario y por pasar por este blog.

Noelia: Ese es el problema del intelectual, que no llama la atención de la forma en que quisiera hacerlo.

Joe: No, es un cuento.

Hombre de Neanderthal: Nunca hay que decirlo, ni hacerlo, todo. Hay que dejar siempre un lugar reservado para la imaginación.

Saludos a tod@s.

J.