Abrió la casetera, vieja y gris,
y sopló el polvo que se acumulaba en todas partes. Colocó el casete, y comprobó
que no hubiera nada grabado en esa cinta.
Se reclinó en
el sillón de cuero y satén para comenzar a hablar. A relatar la historia que tantas
veces había practicado, la que se sabía de principio a fin porque había logrado
que las palabras se fundieran con su ser, conjugándose con su identidad de
hombre y los símbolos inútiles que formaban parte del pasado.
Sabía que, una
vez terminada la historia, lo olvidaría todo; el frágil estado de su memoria no
le permitía nada más. Los desordenados recuerdos desaparecían una vez
enunciados para no regresar jamás.
La enfermedad
avanzaba. Pasaba días enteros sin recordar cómo llamar a las cosas; ni hablar
de su propio nombre.
La razón
última de su actuar, la razón por la que había buscado la vieja grabadora de su
época de periodista (suponiendo que ese recuerdo fuera cierto), por esa misma
pequeñez buscó y buscó hasta dar con una cinta magnética en buen estado.
No estaba seguro
de nada.
Sólo de lo que
quería hacer.
Aclaró la
garganta, tosió y escupió algo negruzco sobre el suelo alfombrado de la
habitación.
Comenzó a
grabar: Nací, viví y moriré. Aunque nadie
me recuerde, yo existí. Lo demás. Lo que fue, aquello que realicé, no importa.
Dejó de grabar
para tomar aire.
El vuelo de
una mosca lo distrajo un instante…
Miró la
grabadora de su época de periodista en su mano, vieja y cenicienta. Quitó el
casete y sopló el interior del aparato, donde el polvo se acumulaba siempre.
Comprobó que la cinta estuviera vacía y se preparó para recitar por primera vez
la historia que tantas veces había practicado…
11 comentarios:
‘Nací, viví y moriré. Aunque nadie me recuerde, yo existí. Lo demás. Lo que fue, aquello que realicé, no importa’.....impecable....no hay nada mas para agregar...en eso se resume la existencia de la mayoría de las personas, algo así como el 99%.
No deberíamos todos dejar constancia de lo que no queremos olvidar?
Besos
Siempre algo dejas puede suceder que uno no lo sepa, pero cada paso deja una huella, buena o mala.
Besos
Qué feo, qué feo, perder la memoria... Hay un poema de Machado cuyo nombre no recuerdo que habla de los recuerdos y del terror de perderlos.
Muy bueno este cuento. Me gustó. Tiene algo que perturba un poco, quizás el hecho de querer tomar una precaución, de querer controlar la cosa de alguna manera y estar a expensas de la nada.
Saludos
Muy bueno!, hasta ahora lo que mas me gusto de todo lo que te leí.
jlg
En lugar del cassette, yo elijo escribir absolutamente todo. A ver si encima se te rompe el botón de rebobinar y tenés que andar buscando la parte exacta con la Bic enganchada en el cassetito, pobre, girando como un loco.
Me gustó el giro retro =)
Pazchi
Eso es algo que yo nunca haría, creo. La constancia de lo que somos o fuimos ya existe en el recuerdo que dejamos en el otro de nosotros mismos.
Contundente lo tuyo José, muy bueno, narras de un modo que resulta muy atractivo. Pienso en verdad que lo importante no es el ser sino el rastro de su existencia en la faz de esta bola celeste. Un gran abrazo y gracias por pasarte y comentar.
Que cosa necesaria pero perturbadora la memoria...En fin, no puedo evitar pasar por aquí y leerte. Hoy deje el anonimato y comente. Suerte!
Te iba a citar lo mismo que te citan en el 1er comentario.
Siga así José usté con su block! Muy bueno.
Salut
¿Sabes a qué me recuerda? A la leyenda (escandinava, creo) de Ondine, la sirena que pierde la memoria.
Un relato redondo.
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