Con timidez mal disimulada se
acercó a la ventanilla. Una mujer, que más parecía un dragón sobresaliendo de
su guarida que un representante de atención al cliente, esperaba vigilándolo
todo desde su asiento.
Extendió el
cupón sobre el mostrador y lo acercó a la mujer que leía unos documentos
amarillentos y mal impresos.
—Buenos días
—dijo en voz inaudible—, quisiera cambiar esto, por favor.
La mujer miró
el trozo de papel a través de los gruesos vidrios de sus anteojos, miró a la
persona que ocupaba el otro lado del mostrador y volvió a mirar el cupón.
—No nos quedan
de esas cosas —sentenció.
—¿Perdón? ¿Y
qué debo hacer? —preguntó el minúsculo hombre.
—Esperar; volver
otro día; tirarlo; venderlo. Haga lo que quiera, no me interesa.
—Pero, si vengo
otro día, ¿habrá? —volvió a preguntar el hombrecito.
—¿Cómo puedo
saberlo yo?
—Bueno… usted…
trabaja aquí —intentó explicar el hombre.
—¿Y eso me
convierte en una sabelotodo? —dijo la mujer lanzando fuego con la mirada y
veneno con la lengua.
—No, no, no… Pero…
Pero… El cupón dice que será canjeado de inmediato, en cualquier centro de
canje. Incluido éste. Por eso vine hasta aquí.
—Ya le dije
que no nos quedan de lo que usted quiere. Mucha gente tiene cupones como el
suyo. Además, ¿no se fijó en la letra pequeña?
—¿Qué letra
pequeña?
—Ésta de aquí
—dijo la mujer tocando una esquina del papel.
—Allí no hay
nada escrito —respondió el hombre luego de mirar detenidamente la esquina
señalada.
—En el otro mostrador
tiene un microscopio —dijo el dragón de la ventanilla de atención al público,
señalando el otro extremo del salón.
Hacia allí se
dirigió, colocó el papel bajo el visor y, luego de aumentar 37 volúmenes, puedo
leer: La validez de éste cupón está
sujeta a la disponibilidad del producto en las oficinas de canje. No podemos
ofrecer vidas nuevas a todos los solicitantes. Sepa disculpar las molestias
ocasionadas.
La última línea
se leía más enturbiada que las demás, pero no era un problema de impresión.
12 comentarios:
ay.
Me quedo con la idea de esas gente de mierda que atiende detrás de un mostrador, hasta ahora nunca me ha tocado hacer un tramite con alguien buena onda...
jlg
genial, pero no se si cambiaría mi vida por completo si tuviera la oportunidad, mas bien que la enmendaría un poco...unos buenos parches!!!!!....adiós....mmmm...me pregunto porque usted es tan enigmático....
Casi siempre nos tocan cupones inservibles.
Besos
jaja Esa dragona no comía azúcar. Pero qué bueno existiera una oficina (aunque sea de funcionamiento caprichoso) que de vez en cuando cambiara las vidas por otra del stock disponible.
Muy bueno. Saludos
Mmmm... Siempre está la posibilidad de cambiar de vida, de nombre, hasta de rostro.
No creo que la mujer del mostrador tenga la culpa. Probablemente no dependa de ella la disponibilidad de cupones. Lo más probable es que ni siquiera le guste estar ahí (se nota que me siento identificada? jejeje)
Un gusto
Pazchi
epa!!, pero yo también tengo un cupón!
No lo puedo cambiar?
Saludo!
Coooonnn razoooonnn...
Pero bue... muy lindo todo pero te digo que miles de personas correrían con cuponcitos (al menos unas tantas deberian) por "no tener una vida"... y me refiero a personitas de sangre, sudoy y lágrimas de los demás. Chan... chan!!!
Sacude y salpica al que no se agacha... Manco Cretino
Esa historia se repite hasta el cansancio, hasta que de pronto, un día cualquiera un hombre distinto a la gran mayoría, se planta y le canta las cuarenta... conozco a un hombre así: mi marido (Clara)
Muchas Gracias Total
me gusto la metáfora del dragón, en su cueva, cuidando el tesoro, pero al final del relato se me desvaneció la idea ya que no se si una vida nueva es un tesoro o un castigo.
saludos !
Me acordé de Freud.
Esos cupones se consiguen consumiendo algún producto, ¿verdad? ¡Pues sigamos consumiendo, hasta que demos con el cupón válido!
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