—No nos quitemos los disfraces aún —creo que fue
lo que dijo.
Tanto era el ruido que nos envolvía
que en modo alguno podía entender sus palabras. Sin embargo, podría asegurar
que fue lo que escuché, lo que su boca pronuncio muy pegada a mi oído, lo que
sus manos susurraron a mi espalda entre caricia y caricia.
—¿A qué te refieres? —pregunté sin
abrir la boca, sin mirarle a los ojos, sólo rozándole los pómulos con la yema
de mis dedos.
La música gritaba en vasco,
finlandés, esperanto o checoslovaco, lo mismo daba. De tan alto volumen no se
entendía y servia, únicamente, para fingir alegría, para simular que todo
aquello era, en efecto, eso. Aunque no lo fuera y todos nos dábamos cuenta.
Pero preferíamos jugar a engañarnos
antes que volver a amargarnos.
Tan simple era la razón por la que
la frase no había resultado inentendible mientras continuamos con nuestro intento
de baile.
—Ya es tarde para construirse una
máscara —dije en un momento en que la música menguaba.
—Puedo, si quieres, confeccionarte una
—dijo—. Abundan los materiales propicios por aquí.
—Siempre llevo una máscara debajo de
mi rostro —respondí—. ¿Quieres verla?
—No hace falta —dijo—. Así es
suficiente.
Nos abrazamos y, en silencio en
medio de tanta estridencia, continuamos nuestro juego sin siquiera amagar a
besarnos otra vez.
8 comentarios:
Ah, sí, hay que tener una máscara para cada ocasión, si no, sonaste.
saludos
La primera regla de vivir en una sociedad está muy bien explicada en el cuento.
jlg
Me pueden faltar mujeres o alguien que me quiera pero espíritu nunca!
jlg
malditas máscaras!
Hay que "acabar",jajja con las máscaras!!
saluto en tano!
Imàgenes y màs imàgenes son las que me remite este escrito....muy lindo ensayo! Un besito.
Me hizo acordar a "ojos bien cerrados"
Y no nos olvidemos de halloween!!
- Oh, Gulchenruz...
Muy bueno el relato, creo que ya tienes el nivel para hacer cuentos mas extensos con un poco de complejidad en lso argumentos.
Hay un premio para ti en mi blog.
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