El barco se balanceaba
acompasadamente, adelante, a los lados, adelante, atrás, como la cuna de un
recién nacido. Mi estómago acompañaba el rítmico ir y venir haciéndose sentir a
cada instante.
Con fuerza,
tanta que mis uñas emblanquecían, me aferraba a la baranda de la proa; junto al
Capitán de aquel fantasmal nao. A pesar de aparentarlo, no flotábamos a la
deriva, no. El rumbo estaba perfilado desde antaño.
Éramos, el Capitán
y yo, los únicos en todo el océano; llevábamos tanto tiempo juntos que las
palabras eran innecesarias. Y, a pesar de todo, mi estómago no se acostumbraba.
—¿Cómo dijo
que se llamaba éste sitio? —pregunté.
El capitán me
miró largamente en silencio antes de responder.
—¿Sigue con
problemas memorísticos? Éste es el mar de los suspiros.
—Ah, si.
Cierto —dije—. Pero ese no es su verdadero nombre, ¿cierto?
—¿Tengo que
volver a repetir la historia? ¿Vomitaste tu estómago o tus recuerdos?
Lo miré de
costado, pero no descubrí sonrisa alguna en su rostro.
—No lo sé
—dije—. No lo recuerdo.
7 comentarios:
El dolor más doloroso es cuando ambos quieren quererse pero uno no deja..
Y sí, lo mejor será el olvido..
y como dice Sabina..
la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido...
Como en el mar las cosas van para adentro siempre me llama la atención que los suspiros siempre salgan, que altiva redacción la suya!
jlg
Otro que me gusta. Quiero subir al barco, o no. No me acuerdo.
Ah, la pucha, pobre, ¡andaba por el Leteo!
Muy bueno, dragón!
El mar siempre me hace suspirar...tiene ese no se que... esa nostalgia que genera la necesidad de suspirar...Recuerdos, sobre todo. Pero su cuento, caballero, habla del olvido...Se puede suspirar sin recuerdos? Me encanta leerlo. Sobre todo antes de dormir...Es confortable. Saludos!
te acompaño en el sentimiento.
Gracias por los comentarios.
Saludos a tod@s.
J.
Publicar un comentario