Me refugié en aquella cafetería
porque, desde el exterior, lucía como un cúmulo de paz y tranquilidad. Allí
afuera el mundo se transfiguraba en caos, mientras que en el interior todo
continuaba como si de un día más se tratara.
Azoté la
puerta al entrar, pero nadie levantó la vista. Si alguien se percató de mi
presencia, no dio la menor muestra de ello.
Apoyado contra
el vidrio, para asegurarme que se mantuviera cerrada, respiré pesadamente hasta
que mi agitación disminuyó poco a poco. Comenzaba a sentirme ridículo allí
parado, por lo que decidí sentarme, más para disimular que por otra cosa. Elegí
una de las mesas del centro del salón que permanecía en gran medida vacío; desde
allí podía ver el gran ventanal que miraba a la ciudad y que tenía aquella
puerta como centro.
Un poco hacia
la izquierda, iluminada por el resplandor irreal del exterior, una muchacha
ocupaba una solitaria mesa junto al ventanal. Escribía en una libreta
amarillenta mientras una taza de café humeaba junto a su mano. Su pie
jugueteaba con la sandalia manteniéndola en el aire sin dejarla caer.
No parecía
darse cuenta de lo que sucedía afuera, tan cerca de ella, tan distante del
mundo. Eso que nadie sabia lo que era; una conjunción de planetas, una guerra
neutrónica, el desgarramiento de la continuidad espacio-tiempo, el final de la
realidad o el comienzo de una nueva.
Más allá del
cristal los edificios se derrumbaron y
volvieron a construirse, eran los mismos o eran diferentes, lo mismo daba;
crecieron palmeras sobre un lago inexistente; el atardecer y el amanecer sucedían
al mismo tiempo antes de que llegara el café que pidiera con una seña al
solitario y silencioso mozo. Aún no se me había ocurrido pensar que, quizá, mi
dinero careciera de valor allí.
Una tribu de
mujeres construyendo una torre apartando los viejos edificios como si se
trataran de árboles muertos; guerreros a caballos combatían contra seres para
nada humanos entre sus piernas; una procesión interminable de elefantes
atravesó lo que quedaba de la avenida 18 de Julio; animales inclasificables
surgieron poco después entre las ruinas.
Agregué dos sobres
de azúcar ultraorgánica al tiempo que una nave espacial de proporciones
incomprensibles en comparación humana, derribaba a otra de idénticas
características, sin que los antropoides que pastaban debajo lo notaran.
Las pocas
personas en la cafetería atendían sus asuntos, sin siquiera mirar al resto de
los clientela, sin preocuparse por el exterior, ni nada ajeno a sus mesas.
Un bárbaro, desnudo,
grasiento y musculoso (como todo bárbaro cinematográfico), descubrió el
ventanal, lo miró con curiosidad un instante antes de arremeter contra él con
su espada en alto.
Tensioné mi
cuerpo preparándome para verlo atravesar el vidrio y caer sobre la desprevenida
muchacha pensando en cuál sería la mejor manera de rescatarla o de ponerme a
cubierto. De una manera u otra la paz que encontrara en aquel lugar estaba a
punto de desaparecer.
Escasos
decímetros antes de lograr su cometido, se desvaneció en el aire.
Me relajé por
completo y suspiré. Observé una vez más la cafetería; estudié la agradable
decoración, su diáfana luz y los pocos sonidos habitualmente estridentes del
ambiente.
Probé el café
y lo encontré sabroso como pocos de los que probara antes desde que comenzara
el caos hacía tanto tiempo.
Me recliné en
la silla mirando, una vez más, a través del ventanal, esperando que el
calidoscopio de imágenes que descubría del otro lado me llevara juntar el valor
necesario para cercarme a la mesa de la muchacha. Ella continuaba escribiendo, sin
siquiera levantar la mirada por un instante, sin percatarse de mi mirada, como
si de lo más importante del universo se tratara, en su libreta…
12 comentarios:
muy bueno... un bar lleno de barbarismos de todo tipo (incluyendo un cafe exquisito que se bebe con sabor a mujer sola esperando)
druida
Eso seguro no paso en la "barberia" ahi nunca hay nuchachas de ningun tipo.
Me pasa poco pero me pasa, con tus cuentos siempre es asi, me enganchan, por ahi depues los finales no siempre me golpean como uno espera pero la verdad es que eso me pasa con frecuencia con cualquier escritor, lo cierto es que tenes un gatuno estilo misterioso de enganchar con lo que escribis, creo. Digo de pronto me parece.
jlg
Nada como visualizar a través de un vidrio lo que uno siente interiormente..
Miau!!
El hombre gato de los Padrinos Magicos sos vos!
nos vemos mañana asi te cuento "mi periplo insondable"
jlg
Muy bueno!!
Yo no le pondría la foto, creo que con tus palabras es más que suficiente como para que cada uno construya su propia cafetería hasta el más íntimo detalle.
-- eso es cafe con aroma de planetas por descubrir en una taza de ese rico aromatico, salud!!! (ojala no haya sido un starbucks!!!) saludos maestro Dragon!!!
hixe cositas nuevas
espero ke te gusten
n_n
kisususus
sammy
excelente loco...nunca podre llegar a tu nivel de entropía...
Druida: ¿No deberían ser así todos los bares?
Joe: Por supuesto que no, en ese bar nunca pasa nada. Y el tema de los finales es complicado, a mi me pasa con las películas.
Malthus: Pero no siempre visualizar es sinónimo de enfrentar.
Joe: Lo espero.
Patto: La foto la dejé para ilustrar un poco el blog, para distraer la vista y que no quede todo como palabras, palabras y más palabras. Y no para ayudar a la imaginación.
Jota Pe: Planetas y galaxias están disponibles en cada taza de café.
Samanta: Ahora paso.
Titán: ¿Y qué porcentaje de 'nivel entrópico' tengo? (esa es una buena idea para un cuento)
Saludos
No claro que no! Habría que cruzar ese linde tránsparo-cristalino para hacerlo.
No es piola tener un porcentaje de nivel entrópico alto, para mi que te está forreando.
Fuera de joda,después de leer un rato...este escrito me gustó en particular
Interesante relato, a mi parecer mezcla ciencia ficcion con algo de humor absurdo y humor negro del inteligente. Muy buena la mezcla a pesar de lo intrincado que parece despues de una primera lectura.
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